Mérida, Abril Lunes 21, 2025, 12:30 am
Las campañas electorales, en algunos
lugares del mundo, han tenido un alto componente de violencia. Los medios de
comunicación han ubicado el fenómeno como expresión de la barbarie, con lo cual
países como Colombia, en el pasado, y Ecuador en lo reciente, han dejado ver
esos comportamientos incivilizados de manera contundente.
Hace años, en Soacha, Colombia, en
pleno mitin fue asesinado el dirigente liberal Luis Carlos Galán Sarmiento. Era
visto como el eventual ganador de las elecciones. Ahora, en Ecuador cayó en
desgracia el líder de las encuestas, el locutor y periodista Fernando
Villavicencio.
Más lejos, en Brasil, salvó su vida,
luego de recibir ataque con arma blanca el candidato, y luego presidente, Jair
Bolsonaro. Momentos de angustia e inquietud para el inmenso país, porque las
heridas fueron graves. Por fortuna, sobrevivió al cruel y despreciable
atentado.
Las venideras elecciones de octubre,
en Colombia, para gobernadores y alcaldes, han sido asumidas como peligrosas y
eso no ha amilanado a los expresidentes Andrés Pastrana Arango y Álvaro Uribe
Vélez para envolverse en apoyo a sus candidatos, lo cual les obliga a estar en
diferentes lugares.
El pasado miércoles, los dos líderes,
con vigencia superior a la de otros ex mandatarios como Juan Manuel Santos
(señalado en caso de corrupción Odebrecht) y Ernesto Samper (vinculado a casos
oscuros de narcóticos), coincidieron por separado en la vecina ciudad de
Cúcuta. Un verdadero banquete para el
periodismo provinciano.
La movilización de fuerzas especiales
para protegerlos causó admiración en la gente que no está acostumbrada a
semejante despliegue de funcionarios con armas largas, perros entrenados para
detectar explosivos y hasta francotiradores.
En Venezuela no tenemos esa
experiencia de violencia y tampoco nos quedan expresidentes vivos. No obstante,
aquí vivimos otras expresiones de violencia dentro de las campañas electorales,
como, por ejemplo, el acoso a los
activistas en diferentes ciudades, el robo de propaganda electorales, la destrucción de la misma, la arbitraria
designación de los miembros de las mesas
electorales, el ventajismo del gobierno (o régimen) metido en asuntos que no
son de su competencia, los constantes abusos en las cadenas radiales y
televisivas, donde hay insultos a los opositores, la indiferencia policial ante
amenazas de grupos que en el pasado se llamaron colectivos y que hoy siguen
existiendo, bueno y un largo etcétera.
Por fortuna, aquí no han ocurrido
asesinatos de candidatos presidenciales. En 1978 un hombre de la calle atacó al
candidato Luis Herrera Campins provocándole herida en la cabeza. En meses
recientes, la candidata Machado Parisca ha denunciado acoso en alcabalas y
seguimiento de unidades policiales. En algunos casos, ella misma ha enfrentado
a los policías (si es que lo son, o funcionarios) para señalarles lo ilegal de
esos procedimientos y la necesidad de respetar la libertad personal.
La nueva campaña debe ser una
expresión de civilidad, respeto a la Constitución, leyes y normas y estricto
apego a la moralidad y ética políticas. Hará mucho bien que elijamos las nuevas
autoridades nacionales en medio de una jornada democrática, transparente y sin
la injerencia de factores extranjeros, especialmente de China, Rusia y Cuba.