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Nuevas crónicas de Historia Universitaria (6)

La Universidad de Los Andes en diez etapas históricas esquema para su estudio (Segunda parte: 1900-2023) por Alí Enrique López Bohórquez (*)

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La Universidad de Los Andes en diez etapas históricas esquema para su estudio (Segunda parte: 1900-2023) por Alí Enrique López Bohórquez


Sexta Etapa: Esta comprende de 1900 a 1935, durante los gobiernos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez La etapa comprende hechos singulares relacionados con la continuidad de la intervención del Estado en académicos y administrativos, con lo cual la autonomía universitaria seguía esperando su aplicación. La Universidad comienza a proyectarse en la sociedad merideña con actividades de carácter científico y cultural. Se construye su primer edificio (1934-1936). La incorporación de estudiantes va creciendo, particularmente después de los cierres de las Universidades del Zulia, Carabobo (1905) y Central de Venezuela (1918). Surgen nuevas carreras, escuelas y facultades que van dando fisonomía de una Universidad moderna: La Escuela de Farmacia fue restablecida en 1918. La Facultad de Medicina fue clausurada en 1905, para ser restablecida en 1928. Dejan de funcionar las Facultades de Ciencias Eclesiásticas y la de Filosofía en 1907. En 1928 se instaló una Escuela de Dentistería, dependiente de los estudios de medicina, que se transformaría en 1942 en la Facultad de Odontología. Se establece la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (1936), denominada de Ingeniería en 1953. Destaca entre los rectorados el del Doctor Juan Nepomuceno Pagés Monsant, quien creó la Gaceta Universitaria en 1904, publicación periódica que se editaría hasta 1944, con diferentes intervalos y características en los distintos rectorados de este período, para seguir informando sobre las actividades y la historia de la institución. Para su publicación fue determinante la instauración de la primera Imprenta Universitaria (1904), mediante maquinaria donada por el Presidente Cipriano Castro. Pagés Monsant estableció también las Conferencias Públicas Universitarias (1904), con las que trató de fortalecer los estudios y proyectar la universidad en la ciudad, para lo cual llevó adelante la tarea de edificación progresiva del Salón de Actos Públicos (1902-1909).

 

Son importantes durante su gestión la instauración de los Cursos Preparatorios y Filosóficos, que se requerían para el ingreso a la Universidad, ante la carencia en Mérida de estudios secundarios. Estos se establecerían definitivamente en 1917 durante el rectorado del Dr. Diego Carbonell, con la instauración del Liceo Universitario o Liceo Mérida como dependencia universitaria, el que sería convertido en el Liceo Libertador en 1944. En 1907 inició  sus actividades el Consejo Universitario por mandato del Código de Instrucción Pública de 1805. El 21 de septiembre de 1910 la Universidad de Los Andes conmemoraría su primer centenario, por disposición del Rector Ramón Parra Picón y organización de todos los actos por el profesor Tulio Febres Cordero, para confirmar que había sido fundada por la Junta Superior Gubernativa de Mérida el 21 de septiembre de 1810. Los Rectores de esta etapa fueron: Caracciolo Parra y Olmedo (1900), Pedro de Jesús Godoy (1900), Asisclo Bustamante (1901-1902), Juan Nepomuceno Pagés Monsant (1902-1909), Ramón Parra Pucón (1909-1917), Diego Carbonell Espinel ( 1917-1921), Gonzalo Bernal (1921-1930), José Domingo Paoli (1930-1932), Humberto Ruiz Fonseca (1932), Cristóbal Benítez (1933) y Roberto Picón Lares (1934-1936).   

 

Séptima Etapa: 1936 a 1958, con los gobiernos de Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Rómulo Gallegos y Marcos Pérez Jiménez. Se continúa con la estructura académico-administrativa conformada desde  1917, siendo relevante el hecho de contar ahora la Universidad con un edificio más moderno inaugurado por el Presidente Eleazar López Contreras en 1936, y nuevas carreras y dependencias complementarias de servicios y de investigación. Aquel edificio sería ampliado por el Arquitecto español Manuel Mujica Millán (1954-1956), el cual inaugura el General Marcos Pérez Jiménez durante el rectorado del Dr. Joaquín Mármol Luzardo. En esos años se construye también las edificaciones de las Facultades de Medicina y de Ingeniería en la Avenida Tulio Febres Cordero. La Facultad de Ciencias Políticas pasa a denominarse de Derecho (1941). La Escuela de Farmacia se convierte en Facultad (1942). La Facultad de Ciencias Forestales (1952), llamada de Ingeniería Forestal entre 1953 y 1956, a la que se adscribiría el Instituto de Investigación Forestal, el Instituto de Capacitación Forestal (1956) y el Laboratorio de Tecnología en Maderas (1957). Se crean la Escuela Politécnica de Laboratorista (1950), la Dirección de Deportes, anexa a la Dirección de Cultura (1950), la Escuela de Humanidades (1955), adscrita a la Facultad de Derecho, luego denominada Facultad de Humanidades y Educación, el Instituto de Investigación Química de Farmacia (1955), el Instituto de Psicosíntesis de Medicina, la Escuela Politécnica de Laboratoristas se que se adjunta a la Facultad de Farmacia (1956), que mas tarde daría origen a la Escuela de Bioanálisis. Por iniciativa del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez se organiza la primera Sociedad de Egresados de la ULA (1956).

 

En 1944 el gobierno ordena el establecimiento de la Organización de Bienestar Estudiantil (OBE), la cual más tarde se denominaría Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAES). Fue de relevante importancia la inauguración de los Talleres Gráficos Universitarios (1955), a través de los cuales se intensificaría un extenso programa de publicación de libros y folletos, coordinado por la Dirección de Cultura, así como de las publicaciones de distintas dependencias: Bibliotheca (1954-1956), Universitas Emeritensis (1954-161), el periódico Universidad (1956-1961), revistas o anuarios de las Facultades de Ingeniería (1950), Derecho (1955), Medicina (1950), Farmacia (1958), Odontología (1958) y Forestal (1954). De manera que durante esta etapa se pasa de una Universidad orientada particularmente a los estudios jurídicos-humanísticos-religiosos, mediante su enseñanza, a una Universidad que incorpora definitivamente las ciencias de la salud, así como las físicas y naturales para tener una visión integral del estudio y comprensión del hombre y su sociedad, incorporando incipientes tareas de investigación a través de los institutos establecidos, la presentación de los trabajos de ascenso de los profesores y la publicación de artículos en sus revistas. Los Rectores de este período fueron: Roberto Picón Lares (1934-1936), Florencio Ramírez (1936), Pedro Guerra Fonseca (1936), Víctor Manuel Pérez Perozo (1936-1937), Manuel A. Pulido Méndez (1937-1941), Gabriel Picón Febres, hijo (1941-1942), Pedro Pineda León (1944-1945), Edgar Loynaz Páez (1945-1949), Eloy Dávila Celis (1949-1951), Renato Esteva Ríos (1951-1953) y Joaquín Mármol Luzardo (1953-1958).

 

Octava Etapa: Se corresponde con los primeros diez años de la denominada era de la democracia entre 1958 y 1968. El Consejo Académico acuerda el 17 de septiembre de 1958 celebrar el 21 de septiembre de 1960 el Sesquicentenario de la Universidad, siendo consecuente con la conmemoración de 1910. La Universidad sigue creciendo. Se masifica la población estudiantil, lo cual determina la incorporación de un número creciente de profesores, empleados y obreros, así como la construcción de nuevos espacios para la enseñanza, la investigación, la administración y la extensión. Surge la necesidad de ampliar su radio de acción a los Estados Táchira y Trujillo y extensiones médicas a varias entidades federales. Se recobra la autonomía académico-administrativa, perdida en 1883, pero el Estado sigue siendo el soporte económico determinante para la ULA, lo cual incide en algunos momentos en frenar la actuación de la institución, particularmente cuando asumió posiciones políticas e ideológicas contrarias a los gobiernos de turno. Estas serán las nuevas dependencias para la enseñanza y la investigación, así como de previsión social de estudiantes, profesores y empleados, y de servicios. Adviérytase que son pocos los cambios en la estructura académica heredada:

 

Para la enseñanza: Facultad de Economía (1958); Escuelas de Historia (1958), Escuela de Letras (1958), Escuela de Educación (1959) con lo que se completa la Facultad de Humanidades (1958) y Educación (1959); Escuela de Arquitectura (1962), Escuela de Ingeniería Eléctrica (1964) adscritas a la facultad de Ingeniería; Escuela de Geografía de la Facultad de Ciencias Forestales (1964); Escuela de Administración de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (1968); Escuela de Enfermería (1968). En materia de investigación: Instituto de Investigaciones Económicas (1958); Instituto de Geografía, Instituto de Conservación y Recursos Naturales Renovables (1959), Instituto de Investigaciones Agropecuarias (1961), Instituto de Silvicultura (1961), Laboratorio Forestal de Productos Nacionales (1961), Instituto Forestal Latinoamericano y el Centro Interamericano de Desarrollo Integral de Aguas y Tierras (1965)  adscritos a la Facultad de Ciencias Forestales; Instituto de Fotogrametría (1962) de la Facultad de Ingeniería; Centro de Radio Isótopo (1963), Instituto de Medicina Nuclear (1963), Centro Cardiovascular (1966),  Fisiología de las Alturas (1966) y Centro de Microscopía Electrónica adscritos a las Facultades de Medicina y Farmacia; se instalan extensiones de Medicina en Valera, Trujillo, Barinas y Valle de La Pascua;  Instituto de Investigaciones Literarias (1965) de la Facultad de Humanidades y Educación; Instituto de de Investigaciones Odontológicas (1965); Centro de Investigaciones Jurídicas (1966) de la Facultad de Derecho

 

En cuanto a la previsión social y de servicios universitarios: OBE (1944) pasa a denominarse Dirección de Protección Social Estudiantil (DIPSE, 1959), Fondo de Ahorro y Previsión Social de los Empleados Universitarios (1961), Comisión Clasificatoria para Ubicación y Ascenso del Personal Docente y de Investigación (1961), Asociación de Profesores de la ULA (1961), Caja de Ahorros y Previsión Social de los Empleados Universitarios (1962); Caja de Ahorro de los Profesores (1965); Instituto de Previsión Social de los Profesores (1963); Servicio Central de Reparación y Mantenimiento de Vehículos (1963). En esta década crece progresivamente la matrícula estudiantil, lo cual implicará un mayor número de profesores. La investigación esta reservada a los viejos y nuevos Institutos y Centros creados. La que corresponde a los Profesores se desarrolla, fundamentalmente, a través de la presentación de sus respectivos trabajos de Ascenso. Las Facultades de Medicina, Farmacia, Derecho, Humanidades y Educación, Ciencias Forestales contarán con Anuarios, Revistas o Boletines, los que al final de esta etapa prácticamente va desapareciendo. Se fundan la Revista Actual (1968-) y Noticias ULA (1967-1969). Los estudios de postgrado por lo general se realizan en Caracas o en el exterior. Esta etapa fundamental de proyección de instalaciones universitarias dentro y fuera del casco urbano de la ciudad.

 

Novena Etapa: Comprende un largo período de tres décadas, de 1969 a 2000. Años que se corresponden con los rectorados de Pedro Rincón Gutiérrez, tres últimos años de su tercer período (1969-1972), Ramón Vicente Casanova (1972-1976), José Mendoza Angulo (1980-1984), Pedro Rincón Gutiérrez (1984-1988), Néstor López Rodríguez (1988-1992), Miguel Rodríguez Villenave (1992-1996), Felipe Pachano Rivera (1996-2000). Se inicia esta etapa con el primer gobierno de Rafael Caldera (1969-1974), al irrumpir la Universidad venezolana y en particular la Universidad de Los Andes en lo que se denominó la “Renovación Universitaria”. Le seguirán los gobiernos de Carlos Andrés Pérez (1974-1979), Luis Herrera Campins (1979-1984), Jaime Lusinchi (1984-1989), Carlos Andrés Pérez (1989-1994), Ramón J. Velásquez (1993-1994), Rafael Caldera (1994-1998) y Hugo Rafael Chávez Frías (1998-2003). Durante la primera gestión gubernamental de Rafael Caldera se dictó la segunda Ley de Universidades (1970) que reconocía el régimen autonómico, pero la violación del recinto universitario por fuerzas policiales y militares ocurre durante todos los gobiernos de este largo período, así como las políticas de reducciones presupuestarias que hacen difícil el funcionamiento de la institución de determinados momentos, lo que será persistente en los siguientes gobiernos. Con la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, por primera vez se le dio rango constitucional a la autonomía universitaria, lo que ocurrió en la Constitución de 1961. En esta etapa la corrupción no deja de estar presente, tanto en hechos académicos como administrativos. Sin embargo, a pesar de todos los problemas que se presentan, la Universidad crece cualitativamente y cuantitativamente, sobre todo con la aplicación de la nueva estructura universitaria establecida en la Ley de Universidades de 1970.

 

La democracia y la autonomía permiten la formación de los gremios de estudiantes, profesores, empleados y obreros, sin de mencionar las sostenidas protestas de los mismos en defensa de sus intereses tanto frente a la institución como el gobierno nacional. La ULA es un lugar para la creación y enseñanza del conocimiento, pero también un espacio para debatir la situación nacional e internacional. Las dependencias académicas y administrativas aumentan para auxiliar las labores de las autoridades universitarias, en algunos casos generando una burocracia criticada en determinados momentos. Se construyen las plantas físicas para las Facultades, Escuelas y otras dependencias que van surgiendo, particularmente a partir de los Núcleos de La Hechicera y Liria y se consolidan las extensiones universitarias de Táchira y Trujillo. La institución incide en un proceso de urbanización de la ciudad con la construcción de conjuntos habitacionales para profesores, empleados y estudiantes. Además de las Facultades existentes se establecen las siguientes con sus respectivas nuevas Escuelas: Ciencias (1969) y Arquitectura (1970, sobre la base de la Escuela que ya existía en la Facultad de Ingeniería desde 1962). La más reciente es la Facultad de Arte y Diseño (2006), establecida después de un proceso derivado del reconocimiento académico del Centro Universitario de Arte (CUDA) como Escuela de la Facultad de Arquitectura. El Núcleo Universitario del Táchira fue establecido en 1975, a partir de la Escuela de Educación en San Cristóbal de la Facultad de Humanidades creada en 1966; mientras que el Núcleo Universitario de Trujillo fue instalado en 1972.

 

Hemos dejado de último en ese repaso histórico institucional, en el que obviamente por razones de espacio pasamos por alto otros hechos y aspectos importantes, la condición de la Universidad de Los Andes en su desarrollo interno de significado para el cumplimiento de sus deberes legales, y que es de reciente data, particularmente en el plano académico, de las últimas cuatro décadas. Esto es necesario exponerlo para conocer y comprender también lo que ha ocurrido en nuestra institución universitaria y su crisis actual, fundamentalmente en lo concerniente a la investigación. Como consecuencia de la imposición de la Ley de Universidades de 1970 se produce un proceso de modernización, con inserción de dos nuevas autoridades: el Vicerrectorado Académico y el Vicerrectorado Administrativo a partir de 1972. La docencia y, sobre todo, la investigación cobran una nueva dimensión. Lentamente van instaurando nuevos Institutos, Centros y conformando Grupos de Investigación, ampliándose a los existentes desde la década de los sesenta de la pasada centuria. Tienen lugar también el “boom” de publicaciones periódicas especializadas, impresas o digitales, surgidas de esas y otras dependencias universitarias desde los años ochenta. Hechos precedidos, y continuados en el  tiempo, de una labor investigativa individual, orientada particularmente a la presentación de trabajos de ascenso o de grados, con estudios creadores de conociendo de interés personal, muchas veces insustanciales, y escasamente orientados a la solución de los más ingentes problemas de la sociedad.

 

Este nuevo momento es consecuencia del establecimiento de dependencias orientadas a apoyar tanto la investigación como la enseñanza: Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico, Tecnológico y de las Artes (CDCHTA, 1965), Ciclo Básico (CB, 1970. Suprimido en 1982), Consejo de Estudios de Posgrado (CEP, 1976), Consejo de Publicaciones (CP, 1976), Centro de Microscopía Electrónica (CME, 1977. Fundado en 1968 y adscrito al Rectorado), Dirección General de Mejoramiento Académico (DIGMA, 1977), Consejo de Computación Académica (CCA, 1977), Comisión Curricular Central (CCC, 1977), Sistema de Servicios Integrados de Bibliotecas (SERBIULA, 1978), Centro de Televisión Educativa (CTE, 1985), Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAES, 1985. Fundado en 1944 con el nombre de Organización de Bienestar Estudiantil), Comisión de Auditoría Académica (CAA, 1986), Programa de Formación de Personal e Intercambio Científico (PFPIC, 1986), Museo Arqueológico (MA, 1986. Fundado en 1972 y adscrito al Departamento de Sociología y Antropología de la Facultad de Humanidades y Educación), Coordinación Académica (CA, 1988), Programa de Actualización Docente (PAD, 1989), Bioterio (BIOULA, 1993), Cátedra ULA 2000 (1993), Comisión de Desarrollo de Pregrado (CODEPRE, 1995), Coordinación General de Estudios Interactivos a Distancia (CEIDIS, 1999), Centro Interamericano de Desarrollo Integral de Aguas y Tierras (CIDIAT, 2000. Data de 1965, originalmente adscrito a la ULA mediante convenio con la Secretaría general de la Organización de Estados Americanos y el Gobierno de Venezuela) y la Coordinación del Servicio Comunitario, que aunque reconocida en la Ley de Universidades de 1970, no se pondrá en práctica de manera efectiva hasta el 2007. En fin, treinta años de crecimiento académico de la Universidad de Los Andes, no sin dificultades económicas y enfrentamientos con los distintos gobiernos, particularmente por parte de un movimiento estudiantil de izquierda, pero también de los gremios de profesores, empleados y obreros de distintas tendencias políticas. No sería exagerado afirmar que es la etapa más relevante del desarrollo histórico de la ULA. 

 

Décima Etapa: Esta última etapa se corresponde con los veintitrés años que van del 2000 al 2023, con los rectorados de Genry Vargas Contreras (2000-2004), Léster Rodríguez Herrera (2004-2008, hasta el 2023), durante los gobiernos de Hugo Rafael Chávez Frías (1999-2013) y Nicolás Maduro Moros (2013-2023). Debemos señalar tanto esos rectores, como los existentes entre 1810 y 2000 han estado acompañados de otros universitarios, que sería muy extenso referir aquí, pero que también han aportado su esfuerzo académico y administrativo para que la Universidad de Los Andes sea una institución de excelencia en el ejercicio de sus funciones como Vicerrectores, Vicerrectores Académicos, Vicerrectores Administrativos y Secretarios. Autoridades que en su conjunto serán objeto de difusión en una próxima Crónica. Durante esta décima etapa, la Universidad de Los Andes, prácticamente, mantiene la estructura académica y administrativa precedente. No hay cambios novedosos al respecto, excepto modificaciones dentro de algunas dependencias, otras desaparecen o quedan inactivas como consecuencia del desenlace de una crisis que no vacilamos en calificar de estructural e histórica en lo académico y administrativo. Realidad que no deja de estar vinculada a la situación política del país, la incursión e ingerencia de ciertos sectores de la Universidad en la misma (particularmente en el Golpe de Estado del 2002 y el Paro Petrolero del 2003), las llamadas Guarimbas de 2014 y la Pandemia a partir del 2020. Hechos que en su conjunto fueron generando progresivamente deserción de estudiantes, profesores y personal de servicio. Ello también dio origen al funcionamiento de contactos virtuales dentro de la comunidad universitaria, de notables consecuencia sobre todo en la enseñanza. Tres décadas en las que la institución funcionará con muchas dificultades y de manera precaria, si se le compara con las etapas que hemos descrito.

 

Esta última etapa tiene también la particularidad de que tanto las fuentes documentales como las historiográficas presentan características diferenciables con respecto de todas las anteriores, en razón de las dificultades que se presentan para su localización y estudio. En cuanto a los documentos, para esos años los mismos todavía reposan, si es que existen, en las respectivas dependencias universitarias por ser más de carácter administrativo que históricos. Por tanto, no están al servicio de los investigadores que se propongan estudiar este período de la historia contemporánea reciente. Por otro lado, la introducción y utilización de las redes sociales como medio de difundir documentos a la comunidad universitaria en general han determinado que en el futuro, cuando se requiera reconstruir esa histórica con fines y temas específicos, resultará difícil contar con los textos correspondientes, toda vez que la cambiante tecnología aplicadas a esas  redes generan una pérdida de la información requerida, a menos que la propia institución se haya preocupado por resguardarla, lo que realmente no conocemos. Es decir, son pocos los documentos conservados en físico, siempre contrastando la situación con las décadas precedentes, salvo aquellos que por su propia naturaleza exigen esa característica; como, por ejemplo, comunicaciones con organismos del Estado, trámites de grados, expedición de certificaciones de notas y títulos, concursos de ingreso de personal, nombramientos, etc. Las Actas del Consejo Universitario y demás Consejos de Facultades, Escuelas y Departamentos, así como muchas disposiciones resultantes de las reuniones se hacen de manera digital.

 

En cuanto a las fuentes historiográficas, hasta donde tenemos conocimiento, los únicos trabajos publicados son los referidos a “Los acontecimientos de Mérida. Febrero-Abril 2014” (2014), además de los artículos publicados en los diarios Frontera, Cambio de Siglo y Pico Bolívar y las Memorias de Grado de la Escuela de Historia referidas a la historia de la Universidad de Los Andes que se corresponden con las dos primeras décadas del siglo XXI, junto a otros estudios realizados en las distintas Facultades y Escuelas como Tesis de Grado y Trabajos de Ascenso. Trabajos que se serán citados, respectivamente, cuando las diez etapas sean publicadas en forma de artículo de una publicación periódica. Destaca en esta última etapa la emigración de la mayoría de las revistas y boletines a la edición física digital, lo que indudablemente incidirá en su lectura y conocimiento de sus contenidos por razones técnicas que sería extenso exponer aquí. En los postgrados, como ha ocurrido en el pregrado, la matrícula se va reduciendo. El financiamiento a los Proyectos a los Proyectos de Investigación prácticamente desaparece. Todo ello, insistimos, como consecuencia de la crisis que involucra no solamente lo académico, administrativo y económico, sino también lo político, antes señalado.

 

Debemos concluir con esta consideración: al cumplir este año 213 años de existencia, por cierto no celebrada en la fecha que corresponde, la Universidad de Los Andes, con la fortaleza que ha desarrollado a lo largo de su historia, resumida aquí en diez etapas, particularmente en los últimos cincuenta años, le corresponde proyectarse de manera más efectiva en Mérida, Táchira y Trujillo y en el país en general. Debe ponerse a tono con las transformaciones que exige la sociedad venezolana. Utilizar los conocimientos para la solución de los más ingentes problemas de los venezolanos, en su más variada naturaleza, para dar cumplimiento a los tres primeros artículos de la vigente Ley de Universidades de 1970, y no quedarse estática en sus cuatro paredes, convertida ahora, definitivamente, en un partido político, dirigida por autoridades que toman decisiones sin consultar la comunidad universitaria, que se han eternizado más allá de sus cuatro años de gestión vencidos en el 2008, desconociendo las autoridades legalmente electas, colocándose al lado de otras impuestas desde el extranjero y no electas constitucionalmente. En fin, cumplir de manera efectiva con las funciones que tanto la Ley de Universidades como la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela exigen. Eso sí, también con el respeto y asistencia que el Gobierno Nacional debe dar a partir de esos instrumentos legales, a los que se recurre cuando se le quiere exigir de manera critica la participación efectiva en el desarrollo local, regional y nacional. Esa es la tarea a cumplir en lo inmediato, sin seguir esperado soluciones mesiánicas, sino involucrarse con la realidad, particularmente de Mérida, que es la mejor salida a su prolongada crisis histórica. En fin, cumplir de manera efectiva con las funciones que tanto la Ley de Universidades como la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela le establecen y exigen. Eso sí, con el respeto que el gobierno debe dar a partir de esos instrumentos legales, a los que se recurre cuando se le quiere exigir de manera critica la participación efectiva en el desarrollo local, regional y nacional.

(*) Coordinador de la Cátedra Libre de Historia de la Universidad de Los Andes





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