La Universidad de Los Andes en diez etapas históricas esquema para su estudio (Segunda parte: 1900-2023) por Alí Enrique López Bohórquez (*)
Sexta
Etapa: Esta
comprende de 1900 a
1935, durante los gobiernos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez La etapa
comprende hechos singulares relacionados con la continuidad de la intervención
del Estado en académicos y administrativos, con lo cual la autonomía
universitaria seguía esperando su aplicación. La Universidad comienza a
proyectarse en la sociedad merideña con actividades de carácter científico y
cultural. Se construye su primer edificio (1934-1936). La incorporación de
estudiantes va creciendo, particularmente después de los cierres de las
Universidades del Zulia, Carabobo (1905) y Central de Venezuela (1918). Surgen
nuevas carreras, escuelas y facultades que van dando fisonomía de una
Universidad moderna: La
Escuela de Farmacia fue restablecida en 1918. La Facultad de Medicina fue
clausurada en 1905, para ser restablecida en 1928. Dejan de funcionar las
Facultades de Ciencias Eclesiásticas y la de Filosofía en 1907. En 1928 se
instaló una Escuela de Dentistería, dependiente de los estudios de medicina,
que se transformaría en 1942 en la
Facultad de Odontología. Se establece la Facultad de Ciencias
Físicas y Matemáticas (1936), denominada de Ingeniería en 1953. Destaca entre
los rectorados el del Doctor Juan Nepomuceno Pagés Monsant, quien creó la Gaceta Universitaria en
1904, publicación periódica que se editaría hasta 1944, con diferentes
intervalos y características en los distintos rectorados de este período, para
seguir informando sobre las actividades y la historia de la institución. Para
su publicación fue determinante la instauración de la primera Imprenta Universitaria (1904), mediante
maquinaria donada por el Presidente Cipriano Castro. Pagés Monsant estableció
también las Conferencias Públicas
Universitarias (1904), con las que trató de fortalecer los estudios y
proyectar la universidad en la ciudad, para lo cual llevó adelante la tarea de
edificación progresiva del Salón de Actos Públicos (1902-1909).
Son importantes durante su gestión la instauración de
los Cursos Preparatorios y Filosóficos,
que se requerían para el ingreso a la Universidad, ante la carencia en Mérida de
estudios secundarios. Estos se establecerían definitivamente en 1917 durante el
rectorado del Dr. Diego Carbonell, con la instauración del Liceo Universitario
o Liceo Mérida como dependencia universitaria, el que sería convertido en el Liceo
Libertador en 1944. En 1907 inició sus
actividades el Consejo Universitario por mandato del Código de Instrucción
Pública de 1805. El 21 de septiembre de 1910 la Universidad de Los
Andes conmemoraría su primer centenario, por disposición del Rector Ramón Parra
Picón y organización de todos los actos por el profesor Tulio Febres Cordero,
para confirmar que había sido fundada por la Junta Superior Gubernativa de
Mérida el 21 de septiembre de 1810. Los Rectores de esta etapa fueron:
Caracciolo Parra y Olmedo (1900), Pedro de Jesús Godoy (1900), Asisclo
Bustamante (1901-1902), Juan Nepomuceno Pagés Monsant (1902-1909), Ramón Parra
Pucón (1909-1917), Diego Carbonell Espinel ( 1917-1921), Gonzalo Bernal
(1921-1930), José Domingo Paoli (1930-1932), Humberto Ruiz Fonseca (1932),
Cristóbal Benítez (1933) y Roberto Picón Lares (1934-1936).
Séptima
Etapa:1936 a 1958, con los gobiernos de Eleazar López Contreras,
Isaías Medina Angarita, Rómulo Gallegos y Marcos Pérez Jiménez. Se continúa con
la estructura académico-administrativa conformada desde 1917, siendo relevante el hecho de contar
ahora la Universidad
con un edificio más moderno inaugurado por el Presidente Eleazar López
Contreras en 1936, y nuevas carreras y dependencias complementarias de servicios
y de investigación. Aquel edificio sería ampliado por el Arquitecto español
Manuel Mujica Millán (1954-1956), el cual inaugura el General Marcos Pérez
Jiménez durante el rectorado del Dr. Joaquín Mármol Luzardo. En esos años se
construye también las edificaciones de las Facultades de Medicina y de
Ingeniería en la Avenida
Tulio Febres Cordero. La Facultad de Ciencias Políticas pasa a denominarse
de Derecho (1941). La Escuela
de Farmacia se convierte en Facultad (1942). La Facultad de Ciencias
Forestales (1952), llamada de Ingeniería Forestal entre 1953 y 1956, a la que se
adscribiría el Instituto de Investigación Forestal, el Instituto de
Capacitación Forestal (1956) y el Laboratorio de Tecnología en Maderas (1957).
Se crean la
Escuela Politécnica de Laboratorista (1950), la Dirección de Deportes,
anexa a la Dirección
de Cultura (1950), la Escuela
de Humanidades (1955), adscrita a la Facultad de Derecho, luego denominada Facultad de
Humanidades y Educación, el Instituto de Investigación Química de Farmacia (1955),
el Instituto de Psicosíntesis de Medicina, la Escuela Politécnica
de Laboratoristas se que se adjunta a la Facultad de Farmacia (1956), que mas tarde daría
origen a la Escuela
de Bioanálisis. Por iniciativa del Dr. Pedro Rincón Gutiérrez se organiza la
primera Sociedad de Egresados de la
ULA (1956).
En 1944 el gobierno ordena el establecimiento de la Organización de
Bienestar Estudiantil (OBE), la cual más tarde se denominaría Dirección de
Asuntos Estudiantiles (DAES). Fue de relevante importancia la inauguración de
los Talleres Gráficos Universitarios (1955), a través de los cuales se intensificaría
un extenso programa de publicación de libros y folletos, coordinado por la Dirección de Cultura,
así como de las publicaciones de distintas dependencias: Bibliotheca (1954-1956), Universitas
Emeritensis (1954-161), el periódico Universidad
(1956-1961), revistas o anuarios de las Facultades de Ingeniería
(1950), Derecho (1955), Medicina (1950), Farmacia (1958), Odontología (1958) y
Forestal (1954). De manera que durante esta etapa se pasa de una Universidad
orientada particularmente a los estudios jurídicos-humanísticos-religiosos,
mediante su enseñanza, a una Universidad que incorpora definitivamente las
ciencias de la salud, así como las físicas y naturales para tener una visión
integral del estudio y comprensión del hombre y su sociedad, incorporando
incipientes tareas de investigación a través de los institutos establecidos, la
presentación de los trabajos de ascenso de los profesores y la publicación de
artículos en sus revistas. Los Rectores de este período fueron: Roberto Picón
Lares (1934-1936), Florencio Ramírez (1936), Pedro Guerra Fonseca (1936),
Víctor Manuel Pérez Perozo (1936-1937), Manuel A. Pulido Méndez (1937-1941),
Gabriel Picón Febres, hijo (1941-1942), Pedro Pineda León (1944-1945), Edgar
Loynaz Páez (1945-1949), Eloy Dávila Celis (1949-1951), Renato Esteva Ríos
(1951-1953) y Joaquín Mármol Luzardo (1953-1958).
Octava
Etapa:Se
corresponde con los primeros diez años de la denominada era de la democracia
entre 1958 y 1968. El Consejo Académico acuerda el 17 de septiembre de 1958
celebrar el 21 de septiembre de 1960 el Sesquicentenario de la Universidad, siendo
consecuente con la conmemoración de 1910. La Universidad sigue
creciendo. Se masifica la población estudiantil, lo cual determina la
incorporación de un número creciente de profesores, empleados y obreros, así
como la construcción de nuevos espacios para la enseñanza, la investigación, la
administración y la extensión. Surge la necesidad de ampliar su radio de acción
a los Estados Táchira y Trujillo y extensiones médicas a varias entidades
federales. Se recobra la autonomía académico-administrativa, perdida en 1883,
pero el Estado sigue siendo el soporte económico determinante para la ULA, lo cual incide en algunos
momentos en frenar la actuación de la institución, particularmente cuando
asumió posiciones políticas e ideológicas contrarias a los gobiernos de turno. Estas
serán las nuevas dependencias para la enseñanza y la investigación, así como de
previsión social de estudiantes, profesores y empleados, y de servicios.
Adviérytase que son pocos los cambios en la estructura académica heredada:
Para
la enseñanza: Facultad de Economía (1958); Escuelas de Historia (1958), Escuela
de Letras (1958), Escuela de Educación (1959) con lo que se completa la Facultad de Humanidades
(1958) y Educación (1959); Escuela de Arquitectura (1962), Escuela de
Ingeniería Eléctrica (1964) adscritas a la facultad de Ingeniería; Escuela de
Geografía de la Facultad
de Ciencias Forestales (1964); Escuela de Administración de la Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales (1968); Escuela de Enfermería (1968). En materia de
investigación: Instituto de Investigaciones Económicas (1958); Instituto de
Geografía, Instituto de Conservación y Recursos Naturales Renovables (1959),
Instituto de Investigaciones Agropecuarias (1961), Instituto de Silvicultura
(1961), Laboratorio Forestal de Productos Nacionales (1961), Instituto Forestal
Latinoamericano y el Centro Interamericano de Desarrollo Integral de Aguas y
Tierras (1965) adscritos a la Facultad de Ciencias
Forestales; Instituto de Fotogrametría (1962) de la Facultad de Ingeniería; Centro
de Radio Isótopo (1963), Instituto de Medicina Nuclear (1963), Centro Cardiovascular
(1966), Fisiología de las Alturas (1966)
y Centro de Microscopía Electrónica adscritos a las Facultades de Medicina y
Farmacia; se instalan extensiones de Medicina en Valera, Trujillo, Barinas y
Valle de La Pascua;
Instituto de Investigaciones Literarias
(1965) de la Facultad
de Humanidades y Educación; Instituto de de Investigaciones Odontológicas
(1965); Centro de Investigaciones Jurídicas (1966) de la Facultad de Derecho
En
cuanto a la previsión social y de servicios universitarios: OBE (1944) pasa a denominarse
Dirección de Protección Social Estudiantil (DIPSE, 1959), Fondo de Ahorro y
Previsión Social de los Empleados Universitarios (1961), Comisión
Clasificatoria para Ubicación y Ascenso del Personal Docente y de Investigación
(1961), Asociación de Profesores de la
ULA (1961), Caja de Ahorros y Previsión Social de los
Empleados Universitarios (1962); Caja de Ahorro de los Profesores (1965);
Instituto de Previsión Social de los Profesores (1963); Servicio Central de
Reparación y Mantenimiento de Vehículos (1963). En esta década crece
progresivamente la matrícula estudiantil, lo cual implicará un mayor número de
profesores. La investigación esta reservada a los viejos y nuevos Institutos y
Centros creados. La que corresponde a los Profesores se desarrolla,
fundamentalmente, a través de la presentación de sus respectivos trabajos de
Ascenso. Las Facultades de Medicina, Farmacia, Derecho, Humanidades y
Educación, Ciencias Forestales contarán con Anuarios, Revistas o Boletines, los
que al final de esta etapa prácticamente va desapareciendo. Se fundan la Revista Actual(1968-) y Noticias ULA (1967-1969). Los estudios de postgrado por lo general
se realizan en Caracas o en el exterior. Esta etapa fundamental de proyección
de instalaciones universitarias dentro y fuera del casco urbano de la ciudad.
Novena
Etapa: Comprende un largo período
de tres décadas, de 1969 a
2000. Años que se corresponden con los rectorados de Pedro Rincón Gutiérrez,
tres últimos años de su tercer período (1969-1972), Ramón Vicente Casanova
(1972-1976), José Mendoza Angulo (1980-1984), Pedro Rincón Gutiérrez
(1984-1988), Néstor López Rodríguez (1988-1992), Miguel Rodríguez Villenave
(1992-1996), Felipe Pachano Rivera (1996-2000). Se inicia esta etapa con el primer
gobierno de Rafael Caldera (1969-1974), al irrumpir la Universidad venezolana
y en particular la
Universidad de Los Andes en lo que se denominó la “Renovación
Universitaria”. Le seguirán los gobiernos de Carlos Andrés Pérez (1974-1979),
Luis Herrera Campins (1979-1984), Jaime Lusinchi (1984-1989), Carlos Andrés
Pérez (1989-1994), Ramón J. Velásquez (1993-1994), Rafael Caldera (1994-1998) y
Hugo Rafael Chávez Frías (1998-2003). Durante la primera gestión gubernamental de
Rafael Caldera se dictó la segunda Ley de Universidades (1970) que reconocía el
régimen autonómico, pero la violación del recinto universitario por fuerzas
policiales y militares ocurre durante todos los gobiernos de este largo
período, así como las políticas de reducciones presupuestarias que hacen
difícil el funcionamiento de la institución de determinados momentos, lo que
será persistente en los siguientes gobiernos. Con la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela de 1999, por primera vez se le dio rango constitucional a la autonomía
universitaria, lo que ocurrió en la Constitución de 1961. En esta etapa la corrupción
no deja de estar presente, tanto en hechos académicos como administrativos. Sin
embargo, a pesar de todos los problemas que se presentan, la Universidad crece cualitativamente
y cuantitativamente, sobre todo con la aplicación de la nueva estructura
universitaria establecida en la
Ley de Universidades de 1970.
La democracia y la autonomía permiten la formación de
los gremios de estudiantes, profesores, empleados y obreros, sin de mencionar
las sostenidas protestas de los mismos en defensa de sus intereses tanto frente
a la institución como el gobierno nacional. La ULA es un lugar para la creación y enseñanza del
conocimiento, pero también un espacio para debatir la situación nacional e
internacional. Las dependencias académicas y administrativas aumentan para
auxiliar las labores de las autoridades universitarias, en algunos casos
generando una burocracia criticada en determinados momentos. Se construyen las
plantas físicas para las Facultades, Escuelas y otras dependencias que van
surgiendo, particularmente a partir de los Núcleos de La Hechicera y Liria y se
consolidan las extensiones universitarias de Táchira y Trujillo. La institución
incide en un proceso de urbanización de la ciudad con la construcción de
conjuntos habitacionales para profesores, empleados y estudiantes. Además de
las Facultades existentes se establecen las siguientes con sus respectivas
nuevas Escuelas: Ciencias (1969) y Arquitectura (1970, sobre la base de la Escuela que ya existía en la Facultad de Ingeniería
desde 1962). La más reciente es la
Facultad de Arte y Diseño (2006), establecida después de un
proceso derivado del reconocimiento académico del Centro Universitario de Arte
(CUDA) como Escuela de la
Facultad de Arquitectura. El Núcleo Universitario del Táchira
fue establecido en 1975, a
partir de la Escuela
de Educación en San Cristóbal de la
Facultad de Humanidades creada en 1966; mientras que el
Núcleo Universitario de Trujillo fue instalado en 1972.
Hemos dejado de último
en ese repaso histórico institucional, en el que obviamente por razones de espacio
pasamos por alto otros hechos y aspectos importantes, la condición de la Universidad de Los
Andes en su desarrollo interno de significado para el cumplimiento de sus
deberes legales, y que es de reciente data, particularmente en el plano
académico, de las últimas cuatro décadas. Esto es necesario exponerlo para
conocer y comprender también lo que ha ocurrido en nuestra institución universitaria
y su crisis actual, fundamentalmente en lo concerniente a la investigación. Como
consecuencia de la imposición de la
Ley de Universidades de 1970 se produce un proceso de
modernización, con inserción de dos nuevas autoridades: el Vicerrectorado Académico
y el Vicerrectorado Administrativo a partir de 1972. La docencia y, sobre todo,
la investigación cobran una nueva dimensión. Lentamente van instaurando nuevos Institutos,
Centros y conformando Grupos de Investigación, ampliándose a los existentes desde
la década de los sesenta de la pasada centuria. Tienen lugar también el “boom”
de publicaciones periódicas especializadas, impresas o digitales, surgidas de
esas y otras dependencias universitarias desde los años ochenta. Hechos
precedidos, y continuados en el tiempo,
de una labor investigativa individual, orientada particularmente a la
presentación de trabajos de ascenso o de grados, con estudios creadores de
conociendo de interés personal, muchas veces insustanciales, y escasamente
orientados a la solución de los más ingentes problemas de la sociedad.
Este nuevo momento es
consecuencia del establecimiento de dependencias orientadas a apoyar tanto la
investigación como la enseñanza: Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico,
Tecnológico y de las Artes (CDCHTA, 1965), Ciclo Básico (CB, 1970. Suprimido en
1982), Consejo de Estudios de Posgrado (CEP, 1976), Consejo de Publicaciones
(CP, 1976), Centro de Microscopía Electrónica (CME, 1977. Fundado en 1968 y
adscrito al Rectorado), Dirección General de Mejoramiento Académico (DIGMA,
1977), Consejo de Computación Académica (CCA, 1977), Comisión Curricular
Central (CCC, 1977), Sistema de Servicios Integrados de Bibliotecas (SERBIULA,
1978), Centro de Televisión Educativa (CTE, 1985), Dirección de Asuntos Estudiantiles
(DAES, 1985. Fundado en 1944 con el nombre de Organización de Bienestar
Estudiantil), Comisión de Auditoría Académica (CAA, 1986), Programa de
Formación de Personal e Intercambio Científico (PFPIC, 1986), Museo
Arqueológico (MA, 1986. Fundado en 1972 y adscrito al Departamento de
Sociología y Antropología de la
Facultad de Humanidades y Educación), Coordinación Académica
(CA, 1988), Programa de Actualización Docente (PAD, 1989), Bioterio (BIOULA,
1993), Cátedra ULA 2000 (1993), Comisión de Desarrollo de Pregrado (CODEPRE,
1995), Coordinación General de Estudios Interactivos a Distancia (CEIDIS,
1999), Centro Interamericano de Desarrollo Integral de Aguas y Tierras (CIDIAT,
2000. Data de 1965, originalmente adscrito a la ULA mediante convenio con la Secretaría general de la Organización de
Estados Americanos y el Gobierno de Venezuela) y la Coordinación del
Servicio Comunitario, que aunque reconocida en la Ley de Universidades de 1970,
no se pondrá en práctica de manera efectiva hasta el 2007. En fin, treinta años
de crecimiento académico de la
Universidad de Los Andes, no sin dificultades económicas y
enfrentamientos con los distintos gobiernos, particularmente por parte de un
movimiento estudiantil de izquierda, pero también de los gremios de profesores,
empleados y obreros de distintas tendencias políticas. No sería exagerado
afirmar que es la etapa más relevante del desarrollo histórico de la ULA.
Décima Etapa:
Esta última etapa se corresponde
con los veintitrés años que van del 2000 al 2023, con los rectorados de Genry
Vargas Contreras (2000-2004), Léster Rodríguez Herrera (2004-2008, hasta el
2023), durante los gobiernos de Hugo Rafael Chávez Frías (1999-2013) y Nicolás
Maduro Moros (2013-2023). Debemos señalar tanto esos rectores, como los existentes
entre 1810 y 2000 han estado acompañados de otros universitarios, que sería muy
extenso referir aquí, pero que también han aportado su esfuerzo académico y
administrativo para que la
Universidad de Los Andes sea una institución de excelencia en
el ejercicio de sus funciones como Vicerrectores, Vicerrectores Académicos,
Vicerrectores Administrativos y Secretarios. Autoridades que en su conjunto
serán objeto de difusión en una próxima Crónica. Durante esta décima etapa, la Universidad de Los
Andes, prácticamente, mantiene la estructura académica y administrativa
precedente. No hay cambios novedosos al respecto, excepto modificaciones dentro
de algunas dependencias, otras desaparecen o quedan inactivas como consecuencia
del desenlace de una crisis que no vacilamos en calificar de estructural e
histórica en lo académico y administrativo. Realidad que no deja de estar
vinculada a la situación política del país, la incursión e ingerencia de
ciertos sectores de la
Universidad en la misma (particularmente en el Golpe de
Estado del 2002 y el Paro Petrolero del 2003), las llamadas Guarimbas de 2014 y
la Pandemia
a partir del 2020. Hechos que en su conjunto fueron generando progresivamente
deserción de estudiantes, profesores y personal de servicio. Ello también dio origen
al funcionamiento de contactos virtuales dentro de la comunidad universitaria,
de notables consecuencia sobre todo en la enseñanza. Tres décadas en las que la
institución funcionará con muchas dificultades y de manera precaria, si se le
compara con las etapas que hemos descrito.
Esta última etapa
tiene también la particularidad de que tanto las fuentes documentales como las
historiográficas presentan características diferenciables con respecto de todas
las anteriores, en razón de las dificultades que se presentan para su localización
y estudio. En cuanto a los documentos, para esos años los mismos todavía
reposan, si es que existen, en las respectivas dependencias universitarias por
ser más de carácter administrativo que históricos. Por tanto, no están al
servicio de los investigadores que se propongan estudiar este período de la
historia contemporánea reciente. Por otro lado, la introducción y utilización de
las redes sociales como medio de difundir documentos a la comunidad
universitaria en general han determinado que en el futuro, cuando se requiera
reconstruir esa histórica con fines y temas específicos, resultará difícil
contar con los textos correspondientes, toda vez que la cambiante tecnología aplicadas
a esas redes generan una pérdida de la información
requerida, a menos que la propia institución se haya preocupado por
resguardarla, lo que realmente no conocemos. Es decir, son pocos los documentos
conservados en físico, siempre contrastando la situación con las décadas
precedentes, salvo aquellos que por su propia naturaleza exigen esa característica;
como, por ejemplo, comunicaciones con organismos del Estado, trámites de
grados, expedición de certificaciones de notas y títulos, concursos de ingreso
de personal, nombramientos, etc. Las Actas del Consejo Universitario y demás
Consejos de Facultades, Escuelas y Departamentos, así como muchas disposiciones
resultantes de las reuniones se hacen de manera digital.
En cuanto a las
fuentes historiográficas, hasta donde tenemos conocimiento, los únicos trabajos
publicados son los referidos a “Los acontecimientos de Mérida. Febrero-Abril 2014” (2014), además de los
artículos publicados en los diarios Frontera,
Cambio de Siglo y Pico Bolívar y las Memorias de Grado de la
Escuela de Historia referidas a la historia de la Universidad de Los
Andes que se corresponden con las dos primeras décadas del siglo XXI, junto a
otros estudios realizados en las distintas Facultades y Escuelas como Tesis de
Grado y Trabajos de Ascenso. Trabajos que se serán citados, respectivamente,
cuando las diez etapas sean publicadas en forma de artículo de una publicación
periódica. Destaca en esta última etapa la emigración de la mayoría de las revistas y boletines a la edición física digital, lo que indudablemente
incidirá en su lectura y conocimiento de sus contenidos por razones técnicas
que sería extenso exponer aquí. En los postgrados, como ha ocurrido en el
pregrado, la matrícula se va reduciendo. El financiamiento a los Proyectos a
los Proyectos de Investigación prácticamente desaparece. Todo ello, insistimos,
como consecuencia de la crisis que involucra no solamente lo académico,
administrativo y económico, sino también lo político, antes señalado.
Debemos concluir con
esta consideración: al cumplir este año 213 años de existencia, por cierto no
celebrada en la fecha que corresponde, la Universidad de Los
Andes, con la fortaleza que ha desarrollado a lo largo de su historia, resumida
aquí en diez etapas, particularmente en los últimos cincuenta años, le
corresponde proyectarse de manera más efectiva en Mérida, Táchira y Trujillo y
en el país en general. Debe ponerse a tono con las transformaciones que exige
la sociedad venezolana. Utilizar los conocimientos para la solución de los más
ingentes problemas de los venezolanos, en su más variada naturaleza, para dar
cumplimiento a los tres primeros artículos de la vigente Ley de Universidades
de 1970, y no quedarse estática en sus cuatro paredes, convertida ahora,
definitivamente, en un partido político, dirigida por autoridades que toman
decisiones sin consultar la comunidad universitaria, que se han eternizado más
allá de sus cuatro años de gestión vencidos en el 2008, desconociendo las
autoridades legalmente electas, colocándose al lado de otras impuestas desde el
extranjero y no electas constitucionalmente. En fin, cumplir de manera efectiva
con las funciones que tanto la Ley
de Universidades como la
Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela exigen. Eso sí, también con el respeto y asistencia que el Gobierno
Nacional debe dar a partir de esos instrumentos legales, a los que se recurre
cuando se le quiere exigir de manera critica la participación efectiva en el
desarrollo local, regional y nacional. Esa es la tarea a cumplir en lo
inmediato, sin seguir esperado soluciones mesiánicas, sino involucrarse con la
realidad, particularmente de Mérida, que es la mejor salida a su prolongada
crisis histórica. En fin, cumplir de manera efectiva con las funciones que
tanto la Ley de
Universidades como la
Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela le establecen y exigen. Eso sí, con el respeto que el gobierno
debe dar a partir de esos instrumentos legales, a los que se recurre cuando se
le quiere exigir de manera critica la participación efectiva en el desarrollo local,
regional y nacional.
(*) Coordinador de la Cátedra Libre de Historia de la Universidad de Los
Andes