Mérida, Marzo Sábado 22, 2025, 06:11 am
Uno de los problemas de la Universidad de Los Andes es el olvido intencional o involuntario, que también puede ser por desconocimiento de los reglamentos, de las autoridades universitarias de los espacios en los que hacen vida académica y administrativa, electos por el Claustro para gobernar la institución de manera sistemática y orgánica. Así mismo, junto con los profesores, allí también comparten sus respectivas responsabilidades los estudiantes, empleados y obreros, que en su conjunto constituyen lo que se denomina comunidad universitaria. Una vez elegidos, el Rector, el Vicerrector Académico, el Vicerrector Administrativo y el Secretario concentran su trabajo en sus oficinas, asistiendo ocasionalmente a Facultades, Núcleos y demás dependencias para actos oficiales, apertura o cierre de actividades académicas, actos de grado en el caso de los Núcleos, o la solución de hechos puntuales a solicitud de los Decanos o Consejos de Facultades.
Por lo general, la rutina académica se desenvuelve entre el Edificio Central de la Universidad y el Edifico Administrativo, sin acercamiento, incluso, a las dependencias que corresponden a sus respectivas funciones, localizadas en esas edificaciones. Las tareas fundamentales se desenvuelven entre las reuniones del Consejo Universitario, del Equipo Rectoral y los encuentros periódicos con los Coordinadores, Directores o Jefes de de dependencias centrales, como también con Decanos o Vicerrectores de Núcleos. De manera que este esquema de trabajo incide en el ejercicio de un gobierno de la Universidad de Los Andes de manera vertical, desde arriba hacia abajo, sin considerar de manera directa la realidad académica y administrativa de lo que podríamos denominar la base universitaria. El Claustro Universitario y las Asambleas de Facultades o Núcleos tienen la exclusiva función de elegir autoridades, perdiendo con el tiempo la facultad de ser los organismos de decisión final de la institución. Los estudiantes se congregan para votar en las elecciones de autoridades universitarias, pero no cuentan con el espacio correspondiente para opinar sobre sus problemas. Los empleados y obreros se reúnen periódicamente a través de sus gremios para discutir, sobre todo, acerca de sus reivindicaciones laborales, sin que puedan considerar en sus asambleas las condiciones de sus respectivos lugares de trabajo o de la Universidad en general.
La situación descrita es una realidad que debe ser revertida para que la Universidad de Los Andes pueda salir de la monotonía, la abulia, la conformidad académico-administrativa marcada por un status quo universitario, que solamente se desenvuelve dentro de los espacios que conforman a la institución y ocasionalmente en programas de corta duración sin proyección en el tiempo. Realidades que en su conjunto podemos calificar de una crisis histórica, estructural, permanente. Con una característica más grave aún: actuando para si misma, ajena a la realidad económica, social, educativa y cultural de la ciudad de Mérida, la región andina y del país. La presencia de los miembros de la comunidad universitaria en esos espacios se identifica más con la búsqueda de la sobre vivencia de la autonomía universitaria, mejores condiciones socioeconómicas, que con la búsqueda de la solución a los problemas de esa realidad que han enfrentado a lo largo de su historia, en particular desde 1959.
La Universidad se ha convertido en un espacio en el que se hace investigación, pero para satisfacer los requisitos legales de permanencia y ascenso académico, el logro de beneficios económicos a través de distintos programas de estímulo y la participación en eventos nacionales o internacionales. Investigación que escasamente tiene la trascendencia que se le exige a la Universidad de Los Andes y a las demás del país para la solución de los más ingentes problemas de la sociedad merideña, andina y venezolana, pues es producto exclusivo del universitario que la propone por sus intereses particulares en las áreas de conocimiento que estudian. Se caracteriza más por el logro de mayor presupuesto universitario, sin prestar colaboración directa al Estado que lo suministra. Se convierte en un lugar de debate político, por lo general, históricamente, contrario al gobierno de turno. La disidencia ha determinado también a la relegación de quienes no compartes las ideas y realizaciones de los que dirigen la Universidad en determinado momento. Ejemplo de esto último ha sido la negativa de las autoridades universitarias (Consejo Universitario, Rector, Vicerrectores, Secretario) al llamado de elecciones para renovar los cargos vencidos desde 2012, sobre la base de oponerse a los criterios legales que señalan la participación al proceso electoral de autoridades de sectores de la comunidad universitaria, antes excluidos y los porcentajes de sus votos en un recuento final. Asunto de tratar de manera particular en otro momento, pues en esta Crónica va dirigida particularmente a los Profesores e Investigadores que aspiran el Vicerrectirado Académico, con propuesta para revertir la situación inicialmente descrita.
Los hechos y aspectos referidos son apenas una muestra de lo que ocurre en la Universidad de Los Andes, pero representan los fundamentales para comprender la situación actual, la que debe ser transformada cuanto antes, para que el instituto se inserte en el proceso de cambio que viene ocurriendo en el país, no como apéndice político del Gobierno y del Ministerio de Educación Superior, sino para cumplir con las funciones que le exige la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la Ley de Universidades y la Ley Orgánica de Educación, siendo la más importante: contribuir al desarrollo del país. En tal sentido, consideramos que el punto de partida de la necesaria transformación de la ULA pasa por una nueva interacción entre los miembros de la comunidad universitaria, pero ahora de manera vertical, invirtiendo la realidad actual, de abajo hacia arriba, y de manera horizontal en la interacción de todos los sectores académicos y administrativos de la comunidad universitaria. Ello permitiría la participación efectiva de las autoridades universitarias (Consejo Universitario, Rector, Vicerrector Académico, Vicerrector Administrativo, Secretario, Consejos de Facultades y de Núcleos, Decanos y Vicerrectores, Directores y Consejos de Escuelas y Jefes de Departamentos, conjuntamente con profesores, estudiantes, empleados y obreros. Ello lo vamos a ejemplificar con lo que hemos denominado La Visita Académica de la Universidad de Los Andes, poniendo como ejemplo el caso del Vicerrectorado Académico:
LA VISITA ACADÉMICA DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES DECÁLOGO PARA UNA GESTIÓN UNIVERSITARIA
Sirvan pues estas ideas para ser consideradas por los profesores-investigadores que aspiran asumir el Vicerrectorado Académico a partir de las próximas elecciones de la Universidad de Los Andes, si es que finalmente tanto el Consejo Universitario y sus otras autoridades deciden definitivamente cumplir con el mandato legal que faculta al Claustro Universitaria la escogencia de las mismas cada cuatro años, y con ello saldar una deuda eleccionaria que se ha prolongado por más de una década por incomprensibles razones, a pesar del llamado hecho por diversos sectores de la comunidad universitaria. Sería esa Visita Académica una forma distinta de gobernar la Universidad y de dar solución que se originan en las distintas dependencias que conforman sus estructura académica y administrativa. A la orden estamos para exponer con más detalles estas ideas, basadas también en los antecedentes históricos de la institución que, en alguna oportunidad, puso en práctica ese mecanismo de conocimiento de la realidad universitaria y la solución a los problemas existentes.