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Desde el Mocotíes (08)

¡Oh salve virgen de Candelaria! por Néstor Abad Sánchez

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¡Oh salve virgen de Candelaria! por Néstor Abad Sánchez


De las islas canarias a América y de Colombia a Bailadores.


Interrogantes sin respuesta: “1) ¿Cuándo realmente llegó la imagen de Candelaria al valle de los Bailadores?, 2) ¿La trajo el padre Bartolomé Carrero de Escalante en una de sus continuas visitas a Bogotá, algún otro sacerdote o por encargó?, 3) ¿Estamos a las puertas del cuatricentenario de la llegada de la virgen de Candelaria o ya lo pasamos de largo?, 4) ¿Dónde fue a parar la primera imagen de la virgen de Candelaria, si sabemos que la actual es de nueva data? y 5) ¿Qué pasó con el convento y el auspicio, si las tierras eran de la iglesia por que ahora están en manos de particulares?”

Néstor Abad Sánchez


Aunque no existe acuerdo o coincidencia entre los historiadores acerca del año de su aparición, la mayoría coinciden que fue entre 1392 a 1401, en la desembocadura del barranco de Chimizay -parroquia de Güimar-, 95 años antes de la conquista de Tenerife. La referencia o fuente primaria más aceptada es la Historia de Fray Alonso de Espinosa, escrita en 1594.

Acerca de su aparición se relata que: “Iban dos pastores guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa miraron hacia la embocadura del barranco y vieron sobre una peña, casi a la orilla del mar, la santa imagen la cual creyeron estar animada. Como estaba prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el brazo se le quedó yerto y sin movimiento.  El otro pastor quiso herirla con su cuchillo. Pero en vez quedó herido el mismo. Asustados, huyeron los dos pastores a Chinguano, a la cueva-palacio del rey Acaymo, para referirle lo acontecido. El rey fue a ver con sus consejeros. Ella nada respondía, pero nadie se atrevía a tocarla. El rey decidió que fuesen los mismos dos pastores ya heridos quienes la recogieran para llevarla al palacio. Ellos, al contacto con la imagen, quedaron sanados. El rey comprendió que aquella mujer con el niño en brazos era cosa sobrenatural. El mismo rey entonces quiso llevarla en sus brazos, pero después de un trecho, por el peso, necesitó pedir socorro. Es así que en lugar de la aparición hay hoy día una gran cruz y en el lugar donde el rey pidió socorro, un santuario a Ntra. Señora del Socorro” (http://www.corazones.org/ Esta página es obra de Las  Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María)

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Posteriormente: “La llevaron a una cueva cerca del palacio del rey hoy convertida en capilla. Más tarde un joven llamado Antón, que había sido tomado como esclavo por los españoles y había logrado escapar y regresar a su isla, reconoció en la imagen milagrosa a la Virgen María.  El, habiendo sido bautizado le relató al rey y a su corte la fe cristiana que el sostenía. Así llegaron a conocer a la Virgen María como "La Madre del sustentador del cielo y tierra" y la trasladaron a la cueva de Achbinico para veneración pública” (Ídem), hay otra versión del cronista José Rodríguez Moure.

Robada por los españoles, la imagen fue restituida tras una peste que ellos atribuyeron al sacrílego. De forma tal, que la devoción se arraigó y cuando los españoles conquistaron la isla nos les quedó de otra que mantener la tradición y en 1526 se le construyó delante de la cueva su iglesia ahora convertida en Santuario, que tanto ayer como hoy muestra los milagros que Dios hace por la intercesión de Nuestra Señora de la Candelaria, considerada como el “tesoro más grande” de las islas canarias y es la segunda advocación mariana que sigue a la virgen de Guadalupe -patrona de México- extendida por el continente americano. Hasta el punto, que cuándo el conquistador Hernán Cortez arribó a México llevaba colgada sobre su cuello con gran fervor una medallita con la imagen sagrada.

Actualmente, la imagen que se venera en Tenerife data de 1830, es de estilo neoclásico del imaginero popular Fernando Estévez; la primera era una talla medieval del siglo XIV en estilo gótico que fue arrastrada al mar en la inundación de la noche del 6 al amanecer del 7 de noviembre de 1826 y aunque se buscó por todas partes, nunca apareció.

Al expandirse la conquista su imagen y advocación pasó a América, primero a Colombia en Santiago de Cali en 1580, no fue sino hasta después de 1631 cuando los Agustinos Recoletos (Descalzos) fundaron un Convento en la ciudad de Santa Fe de Bogotá y a Venezuela en La Grita ¿1583? y Bailadores en c. 1620.

De acuerdo a las fuentes estudiadas para 1628 existía en Bailadores la imagen y denominación de Candelaria, ya que el padre Bartolomé Carrero de Escalante como conocedor de la excelente labor que los Agustinos habían realizado, desde su llegada a Mérida en 1591, en las doctrinas de: Tabay, Timotes, Mucuchies, Mucurubá y otros pueblos vecinos, les donó sus haciendas para que fundasen un monasterio, según escritura registrada el 6 de enero de 1634 y al poco tiempo después les dona a los padres recoletos su propia casa para que estableciesen un convento. Sin tomar en cuenta la dificultad para que subsistiesen las dos comunidades.

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En el acta de donación “inter vivos” señala el padre Carrero de Escalante que tiene: “…fundada y hecha una capilla decente con la imagen de la dicha Advocación de la Candelaria…”(P. Fernando C. del Pozo: Historia documentada de los Agustinos en Venezuela durante la Época Colonial. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Col. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 91), la cual debió haberla traído él mismo entre 1620 y 1626, esta Ermita data de 1633, siendo la primera iglesia de Bailadores construida de bahareque, erigida en 1689 en formal vice-parroquia a la matriz de la Grita con residencia de un ecónomo para la administración de sacramentos, durante el transcurso del siglo XVII se denomina indistintamente Pueblo de Nuestra Señora de la Candelaria, Valle de los Bailadores y vice-parroquia.

A manera de epígrafe he planteado estas cinco interrogantes, todas razonables, que deben tener respuesta por parte de las autoridades eclesiásticas. Al igual que dar a conocer quien fue el Licdo. Bartolomé Carrero de Escalante, insigne benefactor de Bailadores, que legó todas sus posesiones por y para acrecentar la fe religiosa en el valle de Los Bailadores, sin que hasta ahora se le haya rendido un justiciero homenaje. Ya que ni siquiera en el Santuario existe la más pequeña placa que recuerde su nombre. Olvido involuntario, interesado o ignorancia de nuestra Historia. Son los documentos los que le dan validez las fechas históricas y da relevancia a los personajes.

En los dos últimos años desde la Matria bailadorense (6) y (15) he tratado de insistir en el origen, aparición, llegada al continente americano por Colombia y arribo a Bailadores de la Advocación de Candelaria. Además de recalcar las interrogantes del caso, que como cosa notoria no han logrado despertar el más mínimo interés ni de las autoridades municipales y mucho menos de las eclesiásticas, pareciera que sólo les interesa la fiesta patronal de cada año, la vendimia y colocarse en el mejor lugar a la hora de tomarse la fotografía de rigor. Es mejor seguir con la tradición y mentiras de ocasión de nuestros cronistas que investigar y arrojar luz sobre la oscuridad de estos cinco puntos por aclarar.

Por ello, ante la sordera de las autoridades competentes insisto por segundo año consecutivo en exhortar al arzobispo titular de Mérida Monseñor Helizando Terán para que se interese en el tema. La historia eclesiástica del Valle de los Bailadores, que sirvió de asiento en principio a las tradiciones Marianas de La Cancelaria y de Regla, en lo que hoy es Bailadores, Tovar, Zea, Santa Cruz de Mora y Mesa Bolívar bien vale la pena estudiarse y entenderse como un todo y no por apartes.

El año pasado se dio la oportunidad de oro de repatriar a Bailadores la primera imagen de la virgen de La Candelaria que trajo el Licdo. Bartolomé Carrero de Escalante y fue llevada al Táchira en 1840 y no hubo apoyo ni siquiera en eso. Algún día tendrá que hacerse o al menos espero que mis hijos logren hacerlo. Uno se desencanta de tanto desinterés por nuestra historia y descuido por nuestros bienes patrimoniales. Vivimos del momento, de las apariencias y del accionismo. Con la verdad ni temo ni ofendo.


Néstor Abad Sánchez

La Abadía, febrero 2, 2024

nestorabadsanchez@gmail.com





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