Mérida, Marzo Martes 18, 2025, 03:50 am
Hacer proselitismo no es nada complicado. La idea es animar la actitud necesaria para que el discurso se convierta en canal de aceptación de ideas expresadas. Incluso, vacías de fundamentos. Pero además, para que lo manifestado alcance el propósito esperado, se necesita que la arenga se vea acompañada de ciertas actitudes que sensibilicen al prosélito o persona objetivo de la cháchara. El problema se suscita cuando el propósito se hace al amparo de un develado autoritarismo.
En fin, pocas o ninguna son las razones necesarias que requiere la apertura del cauce ideológico que puede forjarse a partir de la palabra expuesta. No importa si el discurso prueba o no la exactitud conceptual de lo dicho. Lo que interesa desde un primer instante, es "marear" con un lenguaje político desaforado a quien puede aguantar tanta verbosidad sin respirar entre frase y frase.
El meollo del problema vigente
Es lo que el actual régimen hace sin atender ni entender los problemas que tanta promesa junta y sin razón de peso alguna, ha confundido a quien por inculto, iluso o sin oficio, pueda prestar o regalar su tiempo a la demagogia en curso. Y es precisamente, lo que adelanta el régimen opresor venezolano apoyado en la hegemonía comunicacional de la cual se vale para engatusar, engañar o adormecer con el perverso fin de imponer sus mentiras.
El proceso electoral encaminado a fraguar el fraude político para lo cual el régimen inventó sin justificación alguna la fatua y absurda idea de formalizar cuantas marramucias informativas fórmula, lo tiene ocupado en radiar y televisar diariamente pervertidos antojos. Las promesas expuestas, se distancian no sólo conceptualmente de lo que algunos personajes del régimen dicen que se hará. Más cuando lo que mueve sus intereses e intenciones, son preceptos vacíos de contenido. Lejos del alcance de auditorías, investigaciones y exámenes que indaguen la verdad con base en criterios de elemental honestidad, transparencia jurídica y consistencia hermenéutica.
Ni siquiera hay un mínimo acuerdo entre ellos que deje ver alguna medida de ordenamiento discursivo entre las arengas pronunciadas al voleo por estos advenedizos de la política gubernamental. Pero lo peor de todo, es que en nombre del régimen y del partido de gobierno las realidades serán reestructuradas. Cuando se sabe por experiencia, que manipularon -a su entero y grosero antojo- amplios sectores del país con mentiras que muchos seguirán saboreando. Y por supuesto, con el único fin de cuadrar el desmantelamiento de la República a imagen del militarismo traidor que tiene tomado al país.
Así que el marco legislativo pretendido por esta onda de ilegitimidad e ilegalidad, valiéndose del poder que “por ahora” vulgarmente usufructúan, conculcaría más libertades y derechos civiles que los que hasta el momento, con resumida y apretada holgura, todavía disfrutan algunos. Aunque jamás, tan ortodoxo proyecto vulneraría las esperanzas de una sociedad que tanto como resistente, sigue siendo insistente, corajuda y perseverante. Aún cuando todo lo que adversa tan fortalecido sentimiento, sea la utópica tramoya sobre la cual el régimen depara sus engaños. Por eso le interesa sostener el pensamiento de ilusos seguidores en medio de un demagógico y arriesgado enredo político-ideológico.