Mérida, Marzo Sábado 15, 2025, 08:29 pm
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Orlando Chirinos fue un extraordinario narrador venezolano
nacido en Maracaibo en 1944 en el estado Zulia, pero desde pequeño se crió entre
Curimagua, municipio Petit, perteneciente a la Sierra de Coro y Punto Fijo,
Península de Paraguaná, estado Falcón. Siendo conocedor de la geografía de sus
orígenes, Chirinos nos lleva a comprender de qué está hecha la constancia y
permanencia de sus palabras que tienen el sello espiritual y emotivo de esa
particularidad lúdica que van experimentando sus personajes en cada narración.
De padres falconianos, seguramente saco ese carácter que va
estampado en cada metáfora del viaje, y de los caminos que llevaban sus
narraciones en un lenguaje sencillo, lleno de muchas anécdotas cimentadas desde
las carencias, o desde la ausencia de lugar.
Aunque siempre volvía a su destino, a su terruño y a sus
vivencias, en uno de sus cuentos rememora a sus viejos amigos y parientes como
Mano Billo, Polito Acosta Blanco y Diego Nicolás Chirinos, hombres de travesía
falconiana, llenos de una gran historia, con diferentes características, pero
venidos desde el mismo lugar con diversos oficios. En Orlando Chirinos hay una
narrativa que nos va develando ese lenguaje muy particular del falconiano, del
trajinar de su historia, su identidad caribeña y de la sierra que va tejiendo este
escritor a través de sus imágenes, su paisaje y sus seres –ajenos a cualquier
territorio común- que parecen sacados del baúl guardado en el cuarto de los
santos, desde ese topos al que
siempre vuelven, y desde donde traspapela las palabras para llevarnos al fondo
de relatos muy bien estructurados y narrados con una gran elegancia, y con la
estética de ver el barro convertido en sentimiento.
Orlando Chirinos, además del oficio de escritor, trabajó como
controlador aéreo. Se había titulado como licenciado en Educación, y magíster
en Literatura. Fue profesor de la Universidad de Carabobo. En alguna
oportunidad llegó a afirmar: “no escribo para ser reconocido, sino para ser querido”,
y siempre lo quisimos sus amigos, familia y paisanos. Fue reconocido y
apreciado en el país, y también fuera de Venezuela. También entre sus palabras
solía decir -como cualquier ser humano humilde y sencillo- que nunca se había creído
el cuento de ser escritor. Nunca le gustó ese estereotipo, ni le
gustaba ese ser de vida exquisita. Orlando era un profesor y escritor muy
modesto. Los mensajes y felicitaciones que recibía no le trasnochaban, pese a
haberse ganado la I bienal de Literatura “Alfredo Armas Alfonso” en 1982, y el
primer premio del Concurso de Cuentos del Diario El Nacional en 1983; el Premio
Municipal de Literatura, Mención Narrativa, del Concejo Municipal del Distrito
Federal (en 1984 y 1997). También se hizo acreedor de una mención en el Concurso
de Cuentos Premio Juan Rulfo en 1987.
Orlando Chirinos, además de haber merecido diversos premios
literarios, fue autor de más de 12 libros; entre ellos: Últimas Luna en la Piel (1979), Oculta
memoria del ángel (1985), Pájaros de
mayo, su trueno verde (1989), Adiós
gente del Sur (1991), En virtud de
los favores recibidos (1987), Mercurio
y Otros Metales (1997), Parte de guerra
(1998), y Los días mayores (2005).
Su amigo y escritor falconiano Rafael José Alfonzo, también
reconocido por sus méritos y reconocimientos nacionales e internacionales,
ganador de una cantidad de concursos y considerado uno de los mejores
ensayistas del país, publicó un ensayo en
la Revista “Abran Paso”, del editor y
amigo -ya fallecido- Carlos Martínez Bueno (Penco) sobre “Mercurio y otros Metales”,
donde señala que ese conjunto de relatos, del cual había comenzado a cuestionar
las dimensiones tanto de la historia como del discurso para expresar su
dinamismo, y el proceso escritural que el lector va descubriendo
progresivamente en la relación dialógica con el texto.
En la obra de Orlando Chirinos nos encontramos con un
narrador que tiene una capacidad de llevarnos desde la fábula hasta la
originalidad de su narrativa. En sus narraciones, este escritor tiene una
novela como en “Virtud de los favores recibidos”, así como el libro de relatos
“Mercurio y otros metales” además de sus otros libros ya mencionados.
Orlando Chirinos se residenció en Valencia, estado Carabobo,
en 1980, cuando egresó como Licenciado en Educación, mención Literatura de la
Universidad de Carabobo, en la que ejerció la docencia por muchos años.
Algunos de sus relatos aparecen en selecciones tales como 35 cuentistas contemporáneos venezolanos (Yugoslavia,
1985), en Anthologie de la nouvelle
Latino-Americaine (Francia, 1991), y en Narrativa
venezolana attuale (Roma, 1995). Escribió durante muchos años para los
diarios El Nacional, El Carabobeño, Diario de Caracas, y para la Revista
Nacional de Cultura, la revista Imagen, la revista mexicana El Cuento, y Casa
de las Américas. Formó parte del comité de redacción de la revista Zona
Tórrida.
Orlando Chirinos fue un excelente narrador y novelista que
fue invitado a participar en la Cátedra José Antonio Ramos Sucre de la
Universidad de Salamanca (España, 2000 y 2006). Igualmente, fue coordinador de
talleres literarios, así como profesor de posgrado en el Núcleo Rafael Rangel
de la Universidad de los Andes (estado Trujillo), y de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, en
Maracay (estado Aragua).
Este insigne escritor que conocimos en Coro era un ser
sencillo que siempre buscó a sus amigos entre aquellos descendientes de la
población de Curimagua y de la Sierra de Falcón, así como de Paraguaná. Su
residencia en Valencia no le hizo olvidar su origen, y en una entrevista
realizada por el periodista Rafael Simón Hurtado en 2010, le expresó: “Creo que
un escritor se debe a la vida”, y en 2017 fue homenajeado en la Universidad de
Carabobo, donde se le otorgó el botón de honor de la Feria Internacional del
Libro (Filuc) de esa casa de estudios, como un “reconocimiento institucional a
su sostenido oficio narrativo”.
Murió en la madrugada del domingo 13 de Junio de 2021 en
Valencia a la edad de 76 años. Según algunas informaciones, su deceso se produjo
debido a un ACV hemorrágico.
Su escritura era de “peligrosa calidad”, como lo señaló el
crítico Luis Barrera Linares, Orlando Chirinos confesaba que prefería estar más
atento a la vida que a la literatura. Por ello, su escritura desenmascaraba la
realidad para producir un estallido en los bordes del discurso literario. Ése
era el narrador original de Viajes y
caminos.