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Impacto del Calentamiento Global sobre Venezuela por Julio César Centeno

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Impacto del Calentamiento Global sobre Venezuela por Julio César Centeno


Arranca la conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio

climático, Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre 2024,

la Conferencia de las Partes 29 (COP29) del Acuerdo de París.

Seremos nuevamente víctimas ilusas de un nuevo bombardeo

de declaraciones rimbombantes sobre la amenaza planetaria

y el destino de la humanidad.

Hace 32 años que se firmó el Acuerdo Marco de Naciones

Unidas sobre el Cambio Climático (Rio de Janeiro 1992),

compromiso mundial para limitar el aumento de la

temperatura del planeta provocado por la actividad

humana. El avance ha sido prácticamente nulo.

El Protocolo de Kioto de 1997 fue un fracaso, debido

principalmente al retiro unilateral de Estados Unidos en el

2001. El objetivo de este protocolo era una reducción

simbólica, de apenas 6%, en las emisiones de gases de efecto

invernadero de los países industrializados para el 2010 en

comparación con las de 1990.

En el 2015 se firmó el Acuerdo de París, con la participación

renuente de Estados Unidos al final de los 8 años de la

presidencia de Barack Obama. El congreso norteamericano

nunca lo ratificó. Donald Trump retiró a Estados Unidos del

Acuerdo de Paris al inicio de su presidencia en el 2017.

Joe Biden se reincorporó en el 2021. El presidente electo para

el período 2025-2028, Donald Trump, ha anunciado su

decisión de retirarse nuevamente del Acuerdo de Paris

apenas asuma el cargo a inicios del 2025. Es en este

escenario de promesas falsas, incertidumbre, alarma, desesperación y pesimismo que se celebra la COP29 en

Azerbaiyán.

El Acuerdo de París tiene como objetivo central evitar que el

aumento de la temperatura superficial promedio del planeta

supere los 2°C para finales de este siglo, en menos de 80 años,

con respecto al promedio de la época preindustrial

(promedio 1880-1900), “haciendo lo posible por limitarlo a

1,5°C para el 2100”

El 2023 fue el año más caliente de los últimos 120.000 años,

registrando un aumento de 1,4°C sobre el promedio de la

época pre-industrial. El 2024 va a superarlo como el año más

caliente en más de mil siglos, alcanzando 1,5°C, el límite

preferido establecido en el Acuerdo de Paris para finales del

siglo 21.

La tendencia actual conduce a un aumento de 4°C para

finales de siglo, un escenario literalmente infernal. Aún en el

supuesto de que todos los países cumplan todas sus

promesas en el Acuerdo de Paris, un escenario

extremadamente poco probable, para finales de siglo se

registraría un aumento de 3°C sobre el promedio de la época

pre-industrial.

En la actualidad, la concentración de CO2 en la atmósfera es

de 422 partes por millón. La última vez que se registró algo

parecido fue hace 4 millones de años, cuando los humanos

no existían. La temperatura se encontraba 3°C por encima del

nivel actual y el nivel del mar se encontraba entre 20 y 24

metros sobre el que conocemos.

Eso fue lo que ocurrió la última vez que la concentración de

CO2 se encontraba en los niveles que tenemos hoy.

Para el año 2050, en menos de 30 años, el aumento de la

temperatura superficial promedio global cruzará

irremediablemente el temido límite de los 2°C. Vamos camino

a un aumento de 3°C a 4°C para finales de siglo.

“Hemos abierto las puertas del infierno” – así lo resume el

secretario general de la Organización de Naciones Unidas,

Antonio Guterres – “Nos dirigimos hacia un mundo

inhabitable”

Aunque el aumento de temperatura a escala global era de

apenas 1,4°C para finales del 2023, ya desató una

desestabilización ecológica sobre Venezuela. Ya

presenciamos sus primeros impactos, alarmantes advertencias

de lo que se avecina. Ya perdimos todos nuestros glaciares. El

aumento de la temperatura acumulado hasta la fecha

derritió las masas de hielo que habían permanecido durante

más de 20.000 años en las crestas más elevadas de los Andes

venezolanos.

Otros efectos son inminentes: el aumento en el nivel del mar,

el azote cada vez más feroz de los huracanes, y la pérdida de

las condiciones de habitabilidad de la mayor parte del

territorio nacional.

 

Nivel del Mar

 

Las masas de hielo sobre Groenlandia, en el Ártico, se están

derritiendo a una tasa aterradora: 30 millones de toneladas

por hora. Algo similar ocurre con el hielo en la Antártida: se

está perdiendo a 400 millones de toneladas cada día.

Las tendencias actuales conducen a un aumento en el nivel

del mar de al menos un metro para el años 2050 y de 2 a 3

metros para finales de siglo, en menos de 80 años.

Las consecuencias serán catastróficas. Las playas de

Venezuela quedarán bajos las aguas. Puertos, aeropuertos,

carreteras y ciudades quedarán inutilizadas.

De la misma manera que desaparecieron los glaciares, y por

la misma razón, también van a desaparecer playas, fuentes

de agua, tierras fértiles y la habitabilidad misma de la mayor

parte del país, entre otros efectos aterradores del

calentamiento global sobre Venezuela a corto plazo. Al menos 5 millones de venezolanos tendrán que ser

evacuados permanentemente, a sitios más elevados, en

menos de 30 años. La tragedia humana que se avecina es

dantesca. Las pérdidas económicas son astronómicas.

 

Huracanes

 

El mar más caliente se evapora más rápidamente,

inyectándole más vapor de agua a la atmósfera. Como el

aire también se ha calentado, puede retener más vapor de

agua.

Los huracanes se alimentan de la energía que le suministra el

aire caliente cargado de humedad. Al aumentar la

temperatura del aire y la humedad, los huracanes se hacen

más potentes y más destructivos.

Venezuela cuenta con un escudo protector que forman las

islas del Caribe, justo frente a Venezuela. Estas islas

contribuyen a desviar los huracanes hacia el Norte.

Huracanes cada vez más poderosos y violentos tienden a

superar el obstáculo que le presentan las islas del Caribe, por

lo que tienden a arremeter más directamente contra

Venezuela. Los venezolanos no estamos acostumbrados a

vientos huracanados. Nuestra infraestructura no ha sido

diseñada para resistir la violencia de huracanes de categoría

3, 4 o 5. Por lo que la destrucción tiende a ser mayor que en

países acostumbrados a los impactos de los huracanes,

especialmente porque arremeterán contra una población

desprevenida.

 

Habitabilidad

 

La temperatura promedio mundial, en la superficie de la

Tierra, es de 15°C en la actualidad. En el trópico la

temperatura promedio tiende a duplicar el promedio global,

especialmente en las regiones más cercanas al ecuador y

más cercanas al nivel del mar. En ciudades como Barinas, San

Fernando o Acarigua el promedio anual es de

aproximadamente 27°C.

Un aumento de 3°C a escala global implica un aumento de

5°C a 6°C en el llano venezolano, en la costa, en el Sur del

Lago y en la mayor parte de Guayana. La temperatura anual

promedio en estas regiones del país tiende a exceder los 32°C

para finales de siglo.

Estas temperaturas, en combinación con los elevados niveles

de humedad, superarán los límites de la resistencia humana.

Se establecerían en la mayor parte de Venezuela

temperaturas anuales que hoy sólo se registran en el desierto

del Sahara.

Se encuentran en sus etapas iniciales de gestación

movimientos migratorios masivos. Primero dentro del país,

hacia las montañas Andinas y hacia la Cordillera de la Costa,

principalmente. Más adelante, la migración masiva será

principalmente hacia el norte, hacia Estados Unidos y Europa.

Como situaciones similares afectan a otros países tropicales

de América Latina, África y Asia, las migraciones opacarán a

las actuales como insignificantes. En lugar de cientos de miles,

serán cientos de millones. La única forma de detener

invasiones de tal magnitud será por la violencia organizada o

la propagación de enfermedades contagiosas mortales:

armas biológicas.

Hay que tomar conciencia de las amenazas que nos

acechan, de la avalancha de efectos sobre nuestra

seguridad y la de nuestros descendientes más inmediatos.

Es tiempo de actuar con determinación, no sólo en nuestro

propio beneficio, sino especialmente en defensa de derechos

fundamentales de nuestros descendientes inmediatos.

La sociedad venezolana debe organizarse y tomar control de

su propio destino. Continuar confiando en los políticos de

turno ha demostrado ser una decisión suicida.

Urge la definición de una política nacional sobre el

calentamiento global, con la más amplia participación

ciudadana, para contribuir a detener esta amenaza

planetaria y para preparar a la población ante la arremetida

de sequías más pronunciadas, inundaciones más destructivas,

ante la escasez de agua y de electricidad, ante la pérdida

de la fertilidad de los suelos, ante la presencia cada vez más

frecuente de olas de calor más allá del límite de la resistencia

humana.

Está en juego nuestra propia sobrevivencia, especialmente la

de nuestros hijos, la de nuestros nietos.





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