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NUEVAS CRÓNICAS DE HISTORIA UNIVERSITARIA (29)

La Universidad de Los Andes en un discurso de José Manuel Briceño Guerrero de 1983 por Alí Enrique López Bohórquez (*)

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Dr. JOSÉ MANUEL BRICEÑO GUERRERO


(*) Coordinador de la Cátedra Libre de Historia de la Universidad de Los Andes

Existe la falsa creencia de que la crisis de las Universidades de Venezuela, y en particular de la Universidad de Los Andes, es consecuencia de la situación política del país a partir de 1999. Es decir desde que el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías fue electo Presidente de la República (1998-2013), percepción continuada con la elección de Nicolás Maduro Moros (2013-2024). Para una nueva generación universitaria de los últimos veinticinco años (estudiantes, profesores, empleados y obreros) esa afirmación ha impregnado su mente en razón de un desconocimiento de las décadas precedentes sobrevenidas en las instituciones de educación superior desde 1958.De igual manera, por las abundantes noticias y pronunciamientos de dirigentes políticos que acusan a esos gobiernos del presente siglo de una manifiesta crisis que implica diversos factores, muchas veces desconocidos o escamoteados en su divulgación, cuya responsabilidades recaen tanto en erradas políticas gubernamentales, una heredada realidad institucional universitaria histórica, arrastrada desde políticas desacertadas de los gobiernos precedentes, como en la evidente intervención de los Estados Unidos con sus arbitrarias sanciones que en todo sentido han afectado la dinámica económica, social e institucional del de Venezuela, incluyendo la afectación y el deterioro de la educación en todos sus niveles. Sin dejar de mencionar la Pandemia 2020 de tanta incidencia en todos los aspectos de la sociedad venezolana. Mucho menos, en la explicación de que la crisis también es producto de factores internos de la dinámica universitaria en materia de docencia, investigación y extensión -sobre todo en esta última área de su funcionamiento legalmente establecido-, que no se ha correspondido con las exigencia de lo dispuesto en los tres primeros Artículos de la vigente Ley de Universidades de 1970.

            Para evidenciar lo que señalamos, en cuanto a que dicha crisis universitaria ya existía antes de 1999, en esta Crónica vamos a referirnos referencia a cómo en 1983 el filósofo y profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Los Andes, José Manuel Briceño Guerrero, describió la situación de entonces de las Universidades Nacionales Autónomas. Ello, obviamente, a partir de la realidad que, como testigo de excepción, pudo vivir y advertir directamente en el caso de la ULA. Se trata de una inserción al respecto que hizo en el “Discurso pronunciado en el palacio de las Academias el 24 de junio de 1983, con motivo del Homenaje de las Universidades al Libertador en el Bicentenario de su Nacimiento, con el título de Recuerdo y respeto para el héroe nacional. Seguramente fueron las autoridades de la universidad andina las que propusieran al reconocido catedrático y escritor apureño, pensando que sus palabras estarían orientadas al acostumbrado elogio y exaltación que siempre se hacía en actos conmemorativos sobre el denominado Padre de la Patria. Briceño Guerrero no dejó de calificarlo como tal, pero con un sentido crítico distinto.

            Antes  transcribir los puntos de vista de Briceño Guerrero acerca de la situación de la Universidad de Los Andes para 1983, referimos aspectos puntuales de lo que dijo con respecto del Libertador Simón Bolívar, ya que ellos le sirvieron para considerar la situación del país entonces y en particular la de las universidades, a través de cuatro enunciados:

  1. “Simón Bolívar fue sin duda un hombre excepcional. Comprendió el puesto de Amétrica en el mundo y logró cohesionar durante unos tres lustros los discursos heterogéneos del pueblo para conducir un movimiento de liberación política que nos hizo pasar de colonias a repúblicas como parte de un movimiento planetario hacia la dignidad y la autonomía del género.

 

  1. “No quedó enterrado en su tumba, sino sembrado en toda la tierra. Su nombre y su obra son recordados con admiración y agradecimiento mucho más allá de su país natal por hombres de otros países y de otras lenguas, que se inspiran en él.

 

  1. Su existencia es señalada, recordada, alabada, adorada por un culto oficial que llega a su fortísimo durante este año bicentenario de su natalicio al cual pertenece este acto y este discurso.

 

4.  Su existencia habita sin señalización en cada uno de nosotros como presencia nominada más cerca de su corazón que de sus actos. En todos -aunque en algunos de manera muy débil- alienta el anhelo de plenitud, “de libertad y de gloria” como diría él. Colectivamente, tal como pudo verlo Augusto Mijares, hay un estrato del psiquismo nacional donde germinan de manera silvestre las virtudes humanizantes sin las cuales ningún país llega a ninguna parte.”

“Este país pertenece a una región del mundo que dejó ser colonia española gracias a la gesta emancipadora encabezada por Bolívar; pero se constituyó como estado separado en contra del pensamiento y de la voluntad de Bolívar, en contra de todo lo que Bolívar significó para sí mismo, en contra del corazón de Bolívar. Venezuela por no ser más colonia española da testimonio de la gran victoria de Bolívar, pero por ser estado separado de la Gran Colombia da testimonio del gran fracaso de Bolívar. Su propia victoria  militar, más que su enfermedad y su muerte lo hicieron fracasar como organizador de estados, porque los heterogéneos discursos que logró cohesionar para la primera, al dispensarse de nuevo sin el freno español y sin el suyo, sólo válido en la guerra, condujeron a la multiplicidad caótica que hoy nos impide pronunciar palabras salidas del corazón colectivo, palabras que él si oyó y dijo pero no queremos oír, hipnotizados por pequeños poderes.”

            Veamos ahora lo concerniente a la situación de las Universidades para 1983 que, en buena medida, es una apreciación derivada de su experiencia académica y administrativa en la Universidad de Los Andes:

“He sufrido cincuenta años de historia de Venezuela; para comprenderlos he tenido que ir más allá de la rimbombante y hueca retórica de los militares convertidos en déspotas, más allá del asqueroso parloteo de los demagogos, más allá de los planteamientos ideológicos precariamente legitimadores de los poderosos y de los aspirantes al poder. Siempre he visto el deseo de servir a la formación de la patria atropellado por intereses egoístas, pero renaciendo siempre. Todo el que quiere servir a un propósito común encuentra que su vida es una aventura individual en un mundo caótico.”

“En todas las esferas de nuestra vida pública puede observarse y señalarse esa discontinuidad [se refiere JMBG a la no continuidad del pensamiento y doctrina del Libertador], pero hay una que nos concierne a los aquí presentes de manera cordial y capital. En el mundo actual ¿cuáles son los centros de conocimiento, reflexión y autocomprensión que iluminan al estado y al pueblo? Sin duda aquellos donde se cultivan las ciencias y las humanidades. Entre nosotros ¿qué institución se encarga de ese cultivo? La Universidad primariamente, se supone. ¿Qué ha pasado con la Universidad? Durante los últimos veinticinco años [es decir, 1958-1983], para limitarnos a lo vivencial, dos circunstancias han influido sobre ella: el sostenido crecimiento de la matrícula estudiantil y el aumento gigantista de los recursos financieros. ¿Qué ha hecho [la Universidad] ante esa situación? Adaptarse pasivamente a la mecanicidad del estado. Ha sido canal selectivo para el ascenso socio-económico, sus símbolos habilitan para una mayor participación en el reparto. Ha sido efebrofura, su ámbito contiene, retiene y entretiene a jóvenes que en su gran mayoría no obtendrán patente porque la movilidad vertical no es ilimitada ni mucho menos. Ha sido retaguardia logística y centro de reclutamiento de aventuras políticas, paramilitares y hasta hamponiles. Ha sido campo de entrenamiento para los cachorros del sistema. Ha sido fuente de financiamiento clientelas partidistas. La habitan sectas dogmáticas anti-intelectuales, roscas burocráticas, gremios insaciables, clubes políticos, asociaciones de compadres, cofradías de borrachos -su nombre es legión- la parasitan golosamente, en disputa, la empujan en todas las direcciones y ella se agita como un pelele sin ritmo ni concierto. Nadie toma decisiones, las decisiones son la resultante mecánica de las fuerzas en juego a través de una inextinguible polisinodia laberíntica donde se diluye homeopáticamente toda responsabilidad.”

“¿Qué hay de los centros de conocimiento y reflexión? ¿Qué pasa con las ciencias y las humanidades? Se le rinde un culto verbal rigurosamente farisaico. Los pocos que se dedican a esas actividades exóticas, extravagantes y ridículas quedan ipso facto al margen de todo lo que cuenta como importante, expuestos a cualquier desmán en cualquier momento a menos que se acostumbren a hacer ejercicios de humillación ante pequeños déspotas engreídos, se hundan en la clandestinidad o libren una continua guerra defensiva que los desgasta y los amarga disminuyendo su capacidad creadora.”

“Increíble todo esto tal vez para un observador externo, o por lo menos exagerado. ¿Cómo puede una institución alejarse tanto de su esencia sin que la disonancia la destruya? Aquí es cuando entra a actuar la ideología en su función amortiguadora de la contradicción y encubridora de la fractura. El derecho al estudio. La universidad reflejo del país. La protección al indigente. La autonomía garantiza la libertad mental y el desarrollo de una actitud crítica. La revolución. Pero ya ni esos mecanismos de autojustificación hacen mucha falta porque la mayoría de los universitarios ha olvidado o nunca supo lo que es una universidad.  

“Sin embargo, un hecho milagroso de observar en la vida universitaria nos cura de todo pesimismo radical: en medio de ese océano de circunstancias adversas hay una Micronesia de humanistas y científicos que, exilados en su propia casa de estudios, mantienen en lo individual las virtudes y las prácticas correspondientes a la esencia de la universidad.

“En resumen, nuestra relación con Bolívar representa, simboliza y encarna la situación histórica de nuestro país en todas sus esferas, incluyendo la esfera universitaria. Por una parte un ámbito donde germinan tercamente las virtudes humanizantes y formadoras de la patria. Allí late y sueña nuestro futuro vigor. Por otra parte, oprimiendo al anterior, un ámbito político, administrativo, burocrático, estatal, caracterizado por la inconsciencia de su destino, es decir por la inconsciencia de su propia mecanicidad, ciego y sordo a las posibilidades de la libertad creadora. Allí se agita y patalea un reiterado fracaso incapaz de reconocerse como tal, demasiado envilecido moralmente como para avergonzarse y retirarse, pero suficientemente fuerte para continuar su triste espectáculo. El primer ámbito es morada de Bolívar en el sentido cuarto enunciado que hemos desentrañado de la frase puesta por Tucídides en boca de Pericles. El segundo ámbito es sede de un acontecer mecánico que no se reconoce a así mismo porque se enmascara en pronunciamientos farisaicos cuya falsedad no alcanza a ver; esa es la morada de Bolívar en el sentido del tercer enunciado, pero tan carcomida y precaria en Venezuela que no puede albergar adecuadamente el recuerdo del héroe aunque lo alimente con la incesantes estatuas, coronas, discursos, títulos, homenajes, ceremonias. Más bien ha hecho de él un alma en pena, que se presenta en las sesiones mediumnímicas de los cultos mágico-religiosos despueblo como un espíritu neurasténico, impaciente, desequilibrado, que tose lastimosamente y grita órdenes absurdas.”   

            En conversación de José Manuel Briceño Guerrero con su amigo y colega Horacio López Guédez, éste le preguntó cuál había sido la reacción de los universitarios que asistieron al acto a escuchar su discurso sobre el Libertador Simón Bolívar. Esta fue su respuesta: “Al llegar al recinto del Palacio de las Academias, antiguo Paraninfo de la Universidad Central de Venezuela, las salutaciones fueron muchas, con elogios por mi escogencia para hablar de Bolívar. Pero al final, pocos se acercaron a felicitar, caras muy serias y rigurosas observé en muchos. Solo el doctor Guillermo Morón me manifestó satisfacción por lo que había leído.”

            Ahora solamente queda al lector de esta Crónica, de la nueva generación universitaria conocer la opinión del filósofo José Manuel Briceño Guerrero sobre la situación de la Universidad para 1983 y de la vieja generación universitaria reflexionar con su memoria lo que acontecía entonces, para que se pueda concluir que lo ocurrido a partir de 1999 no es otra cosa que el desenlace final de una crisis aletargada en el tiempo y que despertó para hacerse más grave aun al mezclarse con la realidad política interna y externa del país, como inicialmente lo señalamos. 

* José Manuel Briceño Guerrero: Recuerdo y respeto para el héroe nacional. Discurso pronunciado en el palacio de las  Academias el 24 de junio de 1983, con motivo del Homenaje de las Universidades al Libertador en el Bicentenario de su natalicio. Mérida, Rectorado de la Universidad de Los Andes / Ediciones de AZUL, 1983. 





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