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Cocaína, intoxicaciones y fracasos: El declive de Demi Moore, la «mujer más poderosa de Hollywood»

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Demi Moore



Hubo un tiempo en el que pensar en iconos del cine era hacerlo en Demi Moore. La intérprete fue uno de los rostros de referencia en la industria audiovisual durante los años noventa, en los que se convirtió en «La mujer más poderosa de Hollywood». No lo dice el que firma esto, sino el periodista Nigel Goodall, autor de la única biografía autorizada de la actriz y publicada en el 2000. Para entonces, Moore todavía mantenía su estatus en una industria que hoy parece haberla olvidado.


Nacida el 11 de noviembre de 1962 en Nuevo México, lo cierto es que a la carismática actriz nunca la regalaron nada. Su padre, Charles Harmon, se marchó antes de que ella naciera y su madre Virginia, alcohólica, no tardó en echarse un nuevo novio, Danny Guynes, que proporcionaría a la familia de todo menos estabilidad, aunque sí que dio su apellido en un primer momento a la artista. Desde que fue una niña, Demetria (nombre original de Demi) Gene Guynes siempre tuvo claro que quería ser una estrella. Más todavía después de las operaciones que tuvo que sufrir en su ojo izquierdo, que le obligó a llevar un parche durante toda su infancia. Muchos lo hubieran visto como todo un hándicap, pero Demi, que tiene un ojo de cada color, lo vio como una gran oportunidad para triunfar.


Desde su niñez, sus padres se mudaron varias decenas de veces hasta que acabaron en Los Ángeles. Una fantástica noticia para la artista, que abandonó el instituto de Hollywood en el que estaba matriculada para probar suerte como modelo e intentar «colarse» en la industria. Así, con 16 años falsificó su edad y se inventó el pseudónimo de Viviane Pollentier para comenzar a posar, prácticamente desnuda, en varias de las revistas masculinas de referencia. Fue fotografiada para «OUI» y abrió así la veda para que su belleza llegase a varias de las publicaciones pioneras del sector, como «Playboy» y «Penthouse». El primer paso al éxito ya lo había dado.


Su rostro comenzó a ponerse de moda en la industria, en la que cayó de pie. Comenzó a salir con el cantante de rock Freddy Moore, vocalista de la banda «Skogie», que estaba casado y era doce años mayor que ella. Pero Demi se hizo con su corazón (y su apellido) antes de empezar a establecerse en el cine. Silvio Narizzano confió en ella a lo grande y le dio el papel protagonista en la que fue su primera aparición en la gran pantalla, «Choices», antes de que la longevísima serie diaria «General Hospital», que emite ABC desde 1963 y que cuenta casi 15.000 episodios desde su estreno en 1963, diese a la joven la oportunidad de lanzarse a la fama al brindarle el papel de la joven reportera Jackie Templeton, una testaruda periodista que se enamora del policía Robert Scorpio, al que daba vida el galán Tristan Rogers.


 


Joel Schumacher, su primer gran valedor


 


Moore estuvo al cargo del papel durante dos años, en los que terminó de presentarse a la industria audiovisual. Su talento cautivó al reconocido director Joel Schumacher, que le dio la batuta en «St. Elmo, punto de encuentro». Para entonces, no obstante, la joven actriz ya había comenzado a frecuentar compañías que conocían mejor la noche de Hollwood que la gran pantalla. De la mano de Rob Lowe, su compañero en el rodaje del largometraje de Schumacher, y de los hermanos Emilio Estévez y Charlie Sheen, entre otros, comenzó a perder los estribos. Salía de fiesta a diario, se emborrachaba y se enganchó a la cocaína. Un día llegó bajo los efectos de la sustancia al rodaje de la cinta, en la que interpretaba a Jules, una joven que como ella, era adicta a la «nieve». Schumacher no dudó en echarla del set y de su película, aunque luego recapacitó y la dejó volver. Aunque antes, la obligó a firmar un contrato que dejase claro que la actriz renunciaba al alcohol y las drogas.


Pese al toque de atención, sus excentricidades eran ya parte fundamental en su vida. Se separó de Freddy, aunque mantuvo su apellido, y comenzó una relación con su amigo Emilio Estévez, antes de encapricharse de uno de los grandes referentes de la industria cinematográfica: Bruce Willis, su segundo marido y con el que tiene tres hijas. El trabajo tampoco le iba mal, y se fogueó en varias cintas más, como «Lío en Río», «La séptima profecía» y «Nunca fuimos ángeles» antes de que Jerry Zucker le otorgase el que quizá haya sido el gran papel de su vida, el de Molly Jensen en la penetrante «Ghost: más allá del amor», que protagonizó junto a Patrick Swayze y Whoopi Goldberg.


Su aparición en «Ghost» terminó de lanzar su carrera al estrellato. La película ganó dos Oscar (entre ellos, el de Goldberg como Mejor Actriz de Reparto) y Moore fue nominada al Globo de Oro. Su carrera se disparó y protagonizó varias de las películas más aclamadas de los noventa, como «Algunos hombres buenos», «Una proposición indecente» y «Acoso». En 1996, se convirtió en la actriz mejor pagada de Hollywood al embolsarse 12 millones de dólares por protagonizar «Striptease», en la que lleva su sensualidad al más alto nivel. Ni Meryl Streep, ni Julia Roberts, ni Michelle Pfeiffer, ni Sharon Stone, ni Jennifer Aniston. Ninguna intérprete ganaba más que ella.


En paralelo, la controversia siguió yendo de la mano de su vida personal. En 1991 y embarazada de varios meses de Scout, su segunda hija, apareció totalmente desnuda en la portada de «Vanity Fair». Meses después, repitió sin ropa en la misma publicación, aunque en esta ocasión con su cuerpo pintado al completo con colores que dibujaban sus prendas. Sin embargo, el cine seguía dándole la cara. Consiguió su segunda nominación a los Globos de Oro por su papel en la película para televisión «Si las paredes hablasen» y fichó por Disney para ponerle su voz a Esmeralda en «El jorobado de Notre Dame». Además, protagonizó «La teniente O'Neil», antes de ponerse a las órdenes de Woody Allen en «Desmontando a Harry».


 


Éxito, fama... y decadencia


 


Su éxito parecía no tener límites y la fama hacía cada vez más estragos en su cabeza. Sus «aires de superioridad» hicieron que la industria comenzase a conocerla como «Gimme Moore» (contracción de la expresión inglesa «give me more», traducida al castellano como «dame más») y sus exigencias salariales comenzaban a ser demasiado altas. Rechazó protagonizar «Mientras dormías» porque los productores no se adecuaron a lo que ella entendía que debía cobrar, y en cada rodaje comenzó a pedir que le fletasen dos aviones privados para que pudiese acudir con sus amigos y familiares y moverse con ellos siempre que quisiera.


Más allá de ello, su trayectoria comenzaba a tener importantes manchas, como «Amigas para siempre» o «La letra escarlata». Un filme que Moore protagonizó junto a Gary Oldman y que ganó del Razzie (los premios que «condecoran» a los peores títulos del año) como Peor Remake o Secuela. Moore, por su parte, estuvo nominada al «galardón» como Peor Actriz, al que también fue candidata en «Striptease», maltratada por la crítica y la taquilla. Además, su madre, Virginia, comenzó a aparecer en «talk shows» aireando los trapos sucios de la relación entre Moore y Willis e incluso se desnudó para una revista para adultos, en la que parodiaba los papeles que había tenido su hija a lo largo de su carrera.


Tiempo después de aquello, a Virginia le diagnosticaron un cáncer y Moore aparcó su carrera para estar con ella. Rompió su matrimonio con Willis, convertido en icono por su éxito con «La jungla de cristal», «El sexto sentido», «Pulp Fiction», «El protegido» o «Armageddon», y tras la muerte de su madre comenzó una relación en 2003 con el reconocido actor Ashton Kutcher, casi quince años más pequeño que Moore. Su vínculo con el intérprete hizo a la actriz tratar de reconducir su vida y lo intentó volviendo por todo lo alto: dando vida a Madison Lee, la villana de «Los angeles de Charlie: Al límite», la secuela del filme homónimo.


Quince años se han cumplido ya de aquello, y Moore apenas ha aparecido en un puñado de películas desde entonces. Algunas de ellas, además, ni siquiera pasaron por el cine y fueron estrenadas directamente en DVD. En «Bobby» compartió set de rodaje con Kutcher, mientras que en una de sus últimas cintas, «Como reinas», lo hizo con el español Santiago Segura. Ninguna de ellas, no obstante, logró registros de taquilla notables. «En la tiniebla», «La familia Jones», «Un plan brillante», «Very Good Girls», el wéstern «Forsaken» o la aplaudida «Margin Call», que protagonizó junto a Kevin Spacey, Jeremy Irons, Zachary Quinto y Paul Bettany no funcionaron mal, pero ni mucho menos reportaron a la actriz sus registros de antaño. En España, lo más notable que ha hecho ha sido protagonizar ciertos «gags» de la aplaudida y extinta serie de La Sexta «Qué vida más triste», además de enfrentarse a la prensa en el Festival de San Sebastián de 2007 cuando exigió a los periodistas una cuantía económica por haberla fotografiado desfilando por la alfombra roja.


 


Un infierno particular


 


De Kutcher, además, se divorció en 2011 tras varias infidelidades del actor. «Como mujer, madre y esposa, hay ciertos valores y votos que considero sagrados», publicó la actriz entonces en Twitter. Meses más tarde, fue ingresada de urgencias en el Hospital Sherman Oaks de Los Ángeles tras una noche llena de excesos y en la que, como reportaron varios medios, Moore llegó a ingerir, incluso, óxido nitroso. La alarma la dio una llamada al 911. «Demi, ¿me oyes? ¡Está teniendo convulsiones! ¡No puede hablar! Ha fumado algo. No es marihuana. Es otra cosa. Es como... incienso», comentó la voz de una amiga suya, al otro lado de la línea.


En los últimos años, en los que también se ha reportado su extrema delgadez y su adicción a los medicamentos, la actriz ha intentado olvidar a Kutcher con personalidades de lo más pintorescas, tal y como cuenta «Vanity Fair». Ejemplos de ello son el empresario Harry Morton, expareja de la siempre controvertida Lindsay Lohan, o el italiano Piero Righetto, conocido en España por su participación en «realities» como «Gran Hermano» y «¡Mira quén salta!». Sus tres hijas, además, no mantienen una buena relación con la actriz. «Ellas solo ven que Demi está siempre de fiesta con hombres más jóvenes que ella y no parece tener una vida demasiado estable. Sus hijas no aprueban esta actitud, porque su madre actúa como si tuviera su edad», reporta el citado medio en palabras de Ian Drew, responsable de la sección de entretenimiento de la revista «Us Magazine».


La vida, no obstante, parece querer dar a la intérprete una nueva oportunidad. La actriz, cuyo club de fans en Instagram tiene más seguidores que su cuenta oficial, no se resigna a terminar de dilapidar su carrera y participará en «Corporate animals», una comedia negra que se estrenará próximamente. Además, varios medios aseguran que mantiene una relación con la estilista serbia Masha Madzuka, con la que llevaría dos años de noviazgo de acuerdo con el medio australiano «OK». Una muesca más a su extensa culata de excentricidades, tan dilatada como lo fue el éxito en los noventa de una actriz con más de 60 títulos a su espaldas, pero relegada a un segundo (o tercer) plano en Hollywood.


 


ESPECIAL / AGENCIAS






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