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La política que la gente no llama política por Luis Montilla

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La política que la gente no llama política por Luis Montilla


En las enseñanzas de la política como ciencia y en su acción práctica, por lo general, se vincula la política con ciertos ejes temáticos muy especializados abordados desde la Filosofía Política, la Teoría Política y la Ciencia Política. Temas como el Estado, el Poder político, Instituciones políticas, sistema político, regímenes políticos, el gobierno, los partidos políticos, las actitudes políticas, las elecciones y el comportamiento electoral, el parlamento, la política comparada, entre otros. Pero como lo señalan algunos autores, la política es un término multívoco, dotado de sentidos muy diferentes según el ámbito y el momento en que se emplea. En el abordaje de la política de forma más organizada, más especializada, los profesores de Ciencia Política, nos proponemos con nuestros estudiantes organizar ese conocimiento disperso e impreciso venido del hombre de la calle, de lo que se entiende por política. Entendiendo que la política forma parte de nuestro lenguaje habitual, en las relaciones familiares, las reuniones de negocios, las conversaciones con los amigos, lo que publican y reseñan los diferentes medios de comunicación y en nuestros días las redes sociales, podemos entender que esa familiaridad con la palabra “política” no implica que quienes la usan la entiendan de la misma manera. Es debido a eso, que tratamos de presentar a los estudiantes que se inician en el estudio organizado y científico de la política, una serie de definiciones y conceptos fundamentales que les permitirán luego irse adentrando en los temas centrales de la política, en el análisis de los fenómenos políticos y de la vida política. Es en el campo de la sociedad y de las relaciones sociales, donde estos instrumentos para el análisis político les serán útiles. Por tanto, el saber sobre la política forma parte de un conocimiento reflexivo, donde para algunos autores, si no tiene repercusión práctica no nos sirve de mucho. En las clases de política en la universidad presentamos también a los estudiantes otra de las dimensiones de la política, la que tiene que ver con la existencia de desigualdades entre los individuos y grupos que interactúan en la sociedad, y los conflictos que estas desigualdades provocan. En esa dirección, insistimos en el manejo de definiciones de mayor alcance y utilidad, como por ejemplo, la propuesta por el autor español Josep Vallés, quien nos propone considerar a la política, “como una práctica o actividad colectiva, que los miembros de comunidad llevan a cabo. La finalidad de esta actividad es regular conflictos entre grupos. Y su resultado es la adopción de decisiones que obligan --por la fuerza, si es preciso— a los miembros de la comunidad”. (2000) Aunque no se trata en estas líneas de detenernos en una clase de política, si queremos dejar centrados algunos elementos que complementan la definición, solo con la intención de que se entienda su utilidad para nuestro propósito e idea que queremos dejar planteada aquí. Continuando con el autor citado, esta definición de política tiene un punto de partida, y no es otro, que el conocido por todos los vinculados a las ciencias sociales y a la observación de la sociedad, la existencia de conflictos sociales y los intentos hechos por los miembros de la sociedad para sofocarlos o para regularlos. A lo largo de toda la existencia de la especie humana, esta se ha presentado como la más desvalida entre los animales. En todas las etapas de la vida ha necesitado de la comunidad para subsistir y desarrollarse. Ya lo había referido por allá en el siglo IV antes de Cristo el gran filósofo griego Aristóteles, cuando reflexionaba y enseñaba que la vida humana era impensable fuera de la Polis, estaba diciendo precisamente, esto que estamos diciendo. Que el ser político, no es algo que se le añade al ser humano desde fuera y posteriormente, sino que es algo de su misma naturaleza humana, constitutivo, innato de su ser. El hombre es, por definición, un zoón politikón, es decir, un “animal cívico” o un “animal político”. Pareciera paradójico, pero es en ese poder vivir juntos y no fuera de la sociedad, fuera de la Polis como dijera Aristóteles, es donde se manifiestan las discordias, antagonismos y tensiones. Estas discrepancias pueden presentarse según las posiciones que ocupen los individuos en diferentes casos, pudieran estar relacionadas con el control de recursos materiales, el disfrute de ciertos beneficios y derechos o la defensa de ideas, valores y creencias. Es decir, el origen de los conflictos en las sociedades está relacionado, son producto de la natural existencia de diferencias sociales de las sociedades plurales y diversas, que a menudo terminan convirtiéndose en desigualdades. Hemos querido como parte de la reflexión, llamar la atención en esta mirada de la política, porque para las grandes mayorías de la población, la política está exclusivamente relacionada con la dirección del Estado, el poder político, el gobierno, los partidos políticos, las elecciones, los candidatos que se presentan en la contienda electoral, los políticos que aparecen declarando en los distintos medios de comunicación y las redes sociales, las instituciones públicas, los diferentes niveles del gobierno, etc. También resuenan con un volumen muy alto, entre la gente, las referencias a la política en tono de descalificación, despectivo, asociada a engaño, manipulación, confusión, maniobra, trampas, fraudes, corrupción, entre otros calificativos. Donde “politizar” una cuestión, un debate, tomar una decisión política, genera inmediatamente desconfianza y un señalamiento de condena por la mismos involucrados que esperaban una decisión sobre el asunto. Así se va generando la idea masificada, que la política es una cosa solo de políticos, y particularmente de las organizaciones que tienen intereses especiales, que se dedican a la actividad política, como los partidos políticos. Donde los ciudadanos se sienten que están fuera de la cancha de juego, como simples espectadores, que no pueden hacer nada más que observar desde el graderío, ya que no pueden influir ni en los jugadores ni en las reglas del juego. Esta realidad, por supuesto, incide en su desgano hacia los asuntos públicos y el mantenerse al margen de la política. Aunado a todo esto, la cultura autoritaria que se ha incrustado en nuestro país, lleva al ciudadano a convencerse de que la conexión con la política solo viene dada por su participación mediante el voto el día de las elecciones donde se elegirá al gobierno, no entendiendo que la cultura y la política democrática va mucho más allá de eso, va dirigida a la importancia que significa las decisiones que el ciudadano tome en cuanto a la sociedad y el país que sueña, que desea, para él, para su familia y para sus hijos. Hemos avanzado en esta reflexión hasta aquí y en largos trazos, para poner en contexto la idea que queremos expresar y plantear, que no es otra que resaltar una serie de actividades que hacen los ciudadanos en sus comunidades, y que se incluyen dentro de las modalidades de la participación política o de la acción política, y que no saben que es hacer política, que no llaman política. Que no están enmarcadas en lo que podemos llamar la “política tradicional”, esa a la que hemos hecho referencia, esa a la que se le atribuye con exclusividad a los políticos. Aquí queremos mostrar, que la política, también es un asunto de los ciudadanos en su comunidad. Practican la política del ciudadano. Se involucran en los problemas de su comunidad, contribuyen a la solución, organizan a los vecinos para hacer frente a los asuntos que los afecta como comunidad, pero más, sin embargo, si se les preguntara, no entienden estas actividades públicas que realizan ni se les ocurriría llamarlas “políticas”. Los ciudadanos no consideran estas actividades desarrolladas para la solución de los problemas en su comunidad como política, tampoco como participación política, porque la política está vinculada con lo que hacen los políticos, con lo que hemos llamado “política tradicional”. Estando lejos de entenderla o llamarla política, la actividad que hacen los individuos en su comunidad, es en buena medida política. Cuando nos referíamos al filósofo griego Aristóteles, hablamos siguiendo sus observaciones, de la imposibilidad de los seres humanos de vivir fuera de la sociedad, fuera de la Polis, y la palabra política deriva de la palabra Polis, utilizada por los griegos para referirse a la ciudad. La política era la actividad que los griegos hacían para organizar y asegurar el buen funcionamiento de la ciudad. Atenas fue una polis. Entonces, como se puede apreciar, es correcto decir, que política es actuar públicamente y en libertad para el bienestar de la comunidad, para el bien colectivo. Todas aquellas actuaciones y esfuerzos de los individuos en su comunidad para salvaguardar su bienestar, tienen un interés político. La política es connatural al ser humano. Todas las actividades que se presentan como de exclusividad de los políticos, como las que ya hemos mencionado, el gobierno, los partidos políticos, las elecciones, los candidatos, etc., son un aspecto importante de la política, pero no es todo lo que debemos entender como política. La política no es solo la actividad exclusiva de los políticos. Y según la mayoría de los autores, estudiosos de la política, la política tuvo su origen en los encuentros de la gente y sus discusiones para ponerse de acuerdo en los mercados atenienses y las asambleas populares para debatir los asuntos de la polis, mucho antes de que existiera una estructura gubernamental. Y así lo recogió Aristóteles en sus observaciones en el siglo IV antes de Cristo, “todos somos por naturaleza entes políticos”. Debemos prestarles más atención a estas virtudes de la política ciudadana, educar para la democracia.





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