Mérida, Marzo Viernes 21, 2025, 02:11 pm
Las hazañas célebres han ejercido de
siempre y en todas partes una sugestión poderosa sobre la visión de los
hombres, que se exalta hasta el delirio ante las proezas en las cuales la talla
del héroe y su humanidad física juegan un papel supremo de sus acciones, más
pasmoso ante la emoción de las multitudes que las campañas de los grandes
capitanes, realizadas a base de consumada pericia o acopio harto de ciencia
militar. Vieja como el mundo es esa admiración apasionada que en todas las
épocas han tributado los pueblos a los personajes en quienes ven como la razón
de ser de su propia existencia; análogo a la efigie de las virtudes y recursos
latentes en el seno de la nacionalidad; recursos y virtudes que en su tiempo, el
héroe realiza con cualidades refulgentes; tales hazañas, reales o imaginarias constituyen
a la vez, ariete para estimular los ideales de todo grupo humano y bastión para
defender cuanto forma la esencia y raíz de su vida colectiva. Todos los grupos
sociales forjan sus propios sentimientos y deseos con figuras extraordinarias hasta
asumir caracteres legendarios forjándose sobre tales personajes una cierta aureola
mística, explica que el pueblo más culto y de mentalidad elevada haya sido el
creador de la más rica y heroica mitología, en la cual se equipara a los
hombres con los dioses y se les dota de energías sobrehumanas que sirvieron de
inspiración a los helenos para escribir las páginas más memorables de la
historia de las naciones antiguas. Verbigracia, la calidad humana del general
José Antonio Páez el “Taita” en los albores mismos de la nacionalidad y
soberanía venezolanas, cuando fuesen batidas y acosadas por sus rivales tan
naturales; lógicamente, empeñados en la estada colonial; así como también, por
no pocos nativos, cuando surge dentro del propio terruño, su figura decidida y
audaz, cuan muestra del impulso indómito del llano venezolano, tras haberse
ahogado en sangre y lágrimas a la II República (1813-1814) o época del Terror.
Y, es justo en Carabobo donde Páez,
comandante de la primera división guía estratégicamente, las acciones de unos
dos batallones: Cazadores Británicos y Bravos de Apure, así como las de unos
seis regimientos de caballería: Honor, Húsares de Páez, La Muerte, Lanceros de
Honor, Cazadores Valientes y La Venganza. Total: unos 4279 hombres entre
infantes, jinetes, milicianos y artilleros. Médico-Cirujano en jefe del
ejército: dr Carlos Arvelo Guevara.
Bolívar mismo,
con su ímpetu peculiar, inició esa fase honrosa de las hazañas briosas de Páez.
Testigo presencial de aquella proeza increíble de las Queseras del Medio (4/1819).
Y, En el propio campo de batalla le
asciende como héroe inmortal, a general de división.
Luego,
retirado de toda actividad militar y política, viaja a la Argentina, donde se dedica a la promoción
de un artefacto para desollar reses, que inventa el norteamericano Horace Lewis.
Asimismo el presidente Domingo Faustino Sarmiento le incorpora a las Fuerzas
Armadas con el grado honorífico de brigadier general como “veterano de la
Independencia Suramericana”. Masón activo, grado 33, asiste en Buenos Aires al
banquete que las logias argentinas ofrecen al presidente Sarmiento.
isaimar@gmail.com
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