Mérida, Marzo Martes 18, 2025, 04:06 am
Las elecciones están a la vuelta de
la vuelta de la esquina. Dos semanas más y estaremos en esa esperada fiesta
democrática de todos los venezolanos, aún de los que, estando en el exterior,
no ejercerán el derecho a elegir. Todo el mundo está atento a nuestros
acontecimientos. Los medios de comunicación se esmeran en organizar coberturas
especiales, tanto los nacionales como los internacionales. Expectativa grande.
Esa relevancia de estas elecciones
nos hace pensar en que los resultados no serán un efecto mágico y definitivo en
cuanto al cambio. Nuestra situación no cambiará repentinamente. Como dicen
algunos, de la noche a la mañana. Con un amanecer. No. Allí se inicia un
proceso social revestido de pensamiento y motivación hacia la búsqueda de un
destino mejor para todos los venezolanos, en medio de la igualdad soñada por el
Padre Libertador y plasmada en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
Eso me ha llevado a pensar que, insistiendo
en tesis expuestas en otros artículos, que es necesario enfrentar nuevas
realidades con un gran acuerdo nacional, entre todos los factores de la
política, incluyendo venezolanos en otras naciones, del sector académico, de la
empresa, de los grupos laborales y, en fin, de toda la sociedad, para articular
programas de temprana incidencia en la situación económica, tanto la global o
nacional, como la específica de la persona, del ser humano. Aquí abundan
pobreza y desnutrición.
Ese acuerdo debe plantearse para que
dure más allá del período de gobierno que arranca en enero, porque los
problemas, de tanta magnitud, no se resuelven de una buena vez, sino que
requieren esfuerzo prolongado a través del tiempo.
Es necesario resaltar que la propia
Constitución de la República (algunos le dicen Nacional, de manera equivocada)
tiene las bases precisas sobre ese acuerdo. Y es que allí está explicitada la
responsabilidad de todos, es decir la corresponsabilidad (Artículo 4) a los
fines de lograr las grandes metas que ella misma señala: un Estado democrático,
social, de justicia, de igualdad, de respeto a los derechos humanos, de
honestidad, transparencia. Etc.
Es decir, la carta fundamental tiene
total claridad sobre lo que deseamos como sociedad, todo está allí y no hace
falta extender en otros elementos ajenos a la propia realidad constitucional,
pero si podemos plantearnos la posibilidad de un acuerdo por tres períodos
presidenciales en materias sometidas a leyes programas que atiendan las grandes
demandas, pero que igualmente rescaten
la industria petrolera, atiendan
educación y salud, y otros
asuntos relevantes, dejando de lado la tradicional demagogia, el
populismo y la irresponsabilidad
administrativa.
Esto debe ser objeto de un gran
consenso nacional, más allá del liderazgo centralizado en Caracas, porque, en
realidad, la provincia es más relevante, poblacional y económicamente que la
capital. Consenso que debe alcanzar los
estados y municipios, porque de la misma manera tenemos que apostar al rescate
pleno de la vigencia democrática, bajo parámetros nuevos y con una visión de
grandeza, de cara a un país que está animado para recuperar tiempo, recursos y
la emoción de vivir en una auténtica democracia, como lo señala el texto constitucional,
vigente desde diciembre de 1999.
El gran acuerdo nacional demanda un
cambio de actitud, de mentalidad, de muchos actores políticos, hoy superados
por las nuevas realidades o signos de los tiempos y por exigencias acrecentadas
por años de mucho descuido y de presencia de los nocivos efectos del
clientelismo y el populismo.