Simón Valdez In Memóriam por Carlos Guillermo Cárdenas
Simón In Memóriam por Carlos Guillermo Cárdenas
A su llegada a Mérida en la década de los 70 lo conocí como aquel joven espigado, reflexivo, de verbo vibrante y sonoro, de paso largo, mirada penetrante que denotaba el torbellino de ideas y preocupaciones de una mente inquieta.
Comenzó los estudios de medicina en sus inicios, luego cambió a la carrera de las leyes, su verdadera vocación.
Alcanzó un liderazgo sólido como estudiante, se proyectó en su facultad y en la universidad por la sólida formación social cristiana. Había leído y digerido los pensadores cristianos modernos, así comentó en alguna ocasión.
Asumió el liderazgo de la juventud social cristiana a nivel regional, su nombre tuvo presencia nacional.
Dirigió el social cristianismo regional en tiempos tumultuosos. Tiempos de disensiones y distanciamientos que asumió con ponderación y tino que solo lo da la madurez.
Un día de tantos visitó en el servicio de cardiología del HULA para comunicarnos su aspiración a la alcaldía de la ciudad. Expuso las razones de la decisión y su voluntad de contarse en la base.
Como alcalde de la ciudad, tuvo aciertos y fortalezas, también momentos difíciles y polémicos.
Un signo de su vida fue la solidaridad y la mano tendida a los sectores menos favorecidos. Lo acompañé en visita a uno de lo sectores populares de la ciudad lo que me permitió de cerca conocer el afecto y devoción que la gente le profesaba al saludarlo.
Cuando dejó el cargo de alcalde, afrontó situaciones de penuria para las necesidades de vida. La mano generosa de amigos paleo en alguna medida aquellos momentos.
Los último años me correspondió brindarle atención médica de la afección cardiaca que se había deteriorado por la insuficiencia renal crónica terminal.
Apenas hace 15 días nos visitó con su hija, estudiante de medicina de la Universidad Rómulo Gallegos en Barinas.
Ese corazón fuerte y vigoroso de la juventud ida, comenzaba a dar señales de debilitamiento.
Desde mi lecho reposo por una cirugía traumatológica practicada hace unos días, me enteré de su última hospitalización. Una encefalopatía hipertensiva se agregó a su cuerpo resentido.
Me sumo al dolor que embarga a densos sectores de la colectividad merideña, propios y extraños, amigos y adversarios políticos, profesionales, sectores laborales y labriegos que hacen del surco un semillero para el alimento diario, y gente del común, para expresarle el reconocimiento y admiración a un camino de bondad y servicio público.