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“La Inmaculada desde el diario El Vigilante” por Padre Edduar Molina

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“La Inmaculada desde el diario El Vigilante” por Padre Edduar Molina


Mérida es Inmaculada, es mariana, es tierra bendecida por la Madre de Dios. Así lo confirma la Bula Magnitudo Divinae Bonitatis del Papa Pío VI, del 16 de febrero de 1778, mediante la cual se erige la diócesis de “Mérida de Maracaibo”, dedicada al Patrocinio de la Purísima Inmaculada María.

 

A lo largo de las páginas del decano de la prensa merideña, diario “El Vigilante”, podemos dar una mirada agradecida y atenta, a la devoción, adhesión de fe y compromiso del pueblo merideño con su Santísima Patrona.

 

En la víspera de la Inmaculada del año 1929, una hermosísima y pía prosa abría su portada: “Salve Madre de Dios! ¡Tu excelso nombre, ¡Que el alma llena de inefable encanto, lo proclame en la tierra absorto el hombre, conmueva al Sumo Dios tres veces Santo Y al réprobo satán de nuevo asombre… Madre del Hombre Dios, Virgen María, A quién le fuera dado en tu cariño tornar de la inocencia al grato día, ¡ay!  si yo fuera aún el casto niño que lloraba a tus plantas, Madre mía…

 

En el día patronal de diciembre de 1938, se titula: “Con motivo de su Inmaculada Concepción”, toda una teología mariana explica el misterioso y sublime dogma de fe de la bula Ineffabilis Deus, del 8 de diciembre de 1854, mediante la cual el Papa Pío IX, proclama esta verdad de fe. Podemos leer: “María, Madre de Dios, sin detrimento de su virginidad e inmaculada desde el primer instante de su existencia; es la primera entre todas las criaturas; y, por tanto, el Universo ante ella enmudece de asombro, y se eclipsa todo cuanto brilla ante esta maravilla que asombra maravillas. Oh augusta soberana, cómo podré yo abordar tan delicado asunto que exige las luces celestial lenguaje de querubines; ¿la sapiencia que exige san Agustín y el grave don de un Santo Tomás, fulgente Sol de Aquino? repitiendo sin cesar el Ave Celestial”.

 

El 7 de diciembre de 1941, en su cintillo del Decano de la Prensa merideña, titula: “María Inmaculada”, acompañado de esta reflexión: “Celebra mañana la Iglesia Católica, una de las más grandes festividades religiosas: La fiesta de la Purísima Concepción de María Madre de Dios.

 

Qué cristiano no se descubre con respeto y embriaga su alma de suaves felicidades y de amoroso y purísimo éxtasis, ante el pensamiento de la madre común del género humano… y aborda una de las manifestaciones de piedad mariana más relevantes para la época: “Quisiéramos más bien abordar otra fase no menos digna de la gran festividad de mañana: las Hijas de María. Ser Hija de la Santísima Virgen es algo muy grande y de tal trascendencia, que toda socia debe ser una copia lo más perfecta de la Gran Madre de Dios. Toda hija de María debe tener en cuenta que forma parte del escuadrón más glorioso, blanco y puro y que, por lo tanto, ha de dejar una estela luminosa de virtudes en la tierra, para después reinar por una eternidad en la celestial mansión con María Santísima”.

 

Por eso el P. José Rivero López, S. J., al hablar sobre rayos especiales del blanco y bello apostolado mariano, estableció las siguientes características inherentes a toda Hija de María: vida sobrenatural, instrucción religiosa y formación del carácter. La vida sobrenatural y la formación religiosa que no tuvieran como fruto una formación de carácter bien definido, es decir, una voluntad constante y fiel en el ejercicio de las propias virtudes de toda alma mariana, no realizarían en verdad una formación completa en esta vida y menos para la vida del más allá. Así pues, prepárense las Hijas de María, para llevar muy en alto ese timbre de pureza que las distingue y cuya meta es la mayor gloria de Cristo y de su Santa Madre.

 

En la Solemnidad del 8 de diciembre de 1950, abre su portada con “La festividad del día”. La Fiesta de la Inmaculada: “Como principal Patrona de esta porción de la Iglesia Universal que tanto amamos. Y la protección de esa Madre Bondadosa se ha hecho sentir de manera evidente sobre la Arquidiócesis, cuya historia gloriosa, cuyos claros y ejemplares Pastores, cuyas magníficas realizaciones y cuyos amplios horizontes hacia el porvenir la destacan, si decirse puede, entre todas sus hermanas del País... Es que María sabe comportarse como Reina y Señora, munificente y generosa.

 

Hoy la Arquidiócesis le rinde solemne y agradecido tributo de amor y devoción. Unámonos a él. Roguémosle por la paz del terruño, de la patria y del mundo. Comprometamos nuestras plegarias a su corazón de Madre para las dos obras trascendentales en que está empeñado el esfuerzo del Pastor y de la Grey que en los actuales momentos está: La Catedral y el Seminario suyos ambos porque ostenta el título de catedral y seminario de la Inmaculada Concepción.

 

Años más tarde, en 1969, la Inmaculada Concepción se celebró con particular júbilo, agradeciendo a Dios por la ordenación sacerdotal del joven José Néstor Fernández Pacheco, primer sacerdote ordenado en la Arquidiócesis por el Excmo. Sr. Ángel Pérez Cisneros. Por ello, en la homilía se destacó “la importancia del Sacerdote dentro de la comunidad católica, en razón de los altísimos y divinos poderes de que el sacerdote está investido en su condición de intermediario entre Dios y los hombres en el orden espiritual”.

 

Durante el año 1992, El Vigilante refería, que nuestra ciudad emeritense se encontraba bajo la mirada de la Inmaculada; el inolvidable padre Ignacio Villa expresaba que "Hoy como en 1778 el pueblo de Mérida se une al festejo de una verdad de fe porque hoy se celebra el día de su santa patrona: La Virgen María, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción. La Purísima María llegó a Mérida a través de los padres Franciscanos, que son los grandes devotos del dogma de la Inmaculada Concepción y como nuestro Obispo Ramos de Lora era Franciscano con mayor razón… la imagen de la Inmaculada que se encuentra en el altar mayor es venerada desde 1895. Mérida abrirá hoy sus brazos y corazón a su patrona.

 

El domingo 9 de diciembre de 1990, el Vigilante dejó plasmada hermosa crónica de lo que fue las velas de Mucurubá a la Inmaculada, “iniciativa de Alberto Rangel, que trajo desde Colombia, se encendieron una a una, 5 mil velitas a las ocho y media de la noche”. También informó sobre la ordenación de dos nuevos diáconos para la Arquidiócesis, los hoy presbíteros Leonardo Mendoza y German Marín en la Catedral de Mérida de manos del Arzobispo.

 

Cerramos las páginas de El Vigilante con la Inmaculada de 1963: “En este gran Día mariano, roguemos a María Inmaculada por el futuro de la Patria. Que su protección maternal sea siempre con nosotros. Y que María Inmaculada proteja siempre a la ciudad y a la Arquidiócesis.

 

Mérida, 8 de diciembre de 2024





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