Mérida, Marzo Martes 18, 2025, 05:15 pm
Bajo el lema “Peregrinos de la esperanza”, hemos
aperturado este nuevo jubileo en la Iglesia, con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, la
nochebuena de 2024, tiempo privilegiado de gracia para los cristianos y para
todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para la renovación de la fe,
para “silenciar las armas y superar las divisiones”, para que vuelva a resonar
con fuerza en nuestros corazones las palabras de Jesús: “la esperanza no defrauda” (Rom 5,5).
El término “jubileo” procede
de la palabra hebrea “yôbel”, que
significa “carnero”, pues el Año
Jubilar empezaba el día de la Expiación se
aperturaba con un toque de trompeta fabricado, en principio, con el cuerno de
un carnero. La institución del jubileo en las Sagradas
Escrituras la encontramos en el libro del Levítico (Lv 25,8-17.28.30-33),
establecido como tiempo de liberación de propiedades para que
vuelvan a sus antiguos propietarios, junto a la liberación de esclavos, un
volver a comenzar en paz y justicia con todos.
En la historia de la Iglesia los jubileos han sido
tiempos en lo que se ha manifestado en plenitud la gracia del perdón concedida
a los fieles de un modo nuevo y especial. Así por ejemplo el “perdón” de
Celestino V en 1294, y aún antes, en 1216, la gracia jubilar solicitada por san
Francisco a Honorio III para la Porciúncula, así como la de 1122 por Calixto II
para la peregrinación a Santiago de Compostela. Inicialmente, el Jubileo se
celebraba cada 100 años, reduciéndose posteriormente a 50 en 1343 por Clemente
VI y a 25 en 1470 por Pablo II. También ha habido Jubileos extraordinarios: en
1933, el convocado por Pío XI para el aniversario de la Redención y retomado en
1983 por Juan Pablo II; el de 2015 por Francisco, para “encontrar el ‘Rostro de
la Misericordia’ de Dios”, en el 50 aniversario del Vaticano II.
Los jubileos están acompañados por signos visibles de fe
como la “peregrinación” a Roma para venerar las tumbas de los apóstoles en las basílicas
de San Pedro y San Pablo. En 1350 se añadieron también las basílicas de Letrán,
Santa María la Mayor y San Lorenzo Extramuros. Más tarde, se añadió otro signo,
el de la Puerta Santa, posiblemente instituido por Sixto IV o Alejandro VI.
Esta “puerta de salvación” indica un encuentro vivo y personal con Cristo (Jn
10, 7-9).
Una novedad surge con el Papa Francisco, en la
celebración de los jubileos, al anteponer un centro penitenciario a otros
templos jubilares de referencia en la capital italiana, revela que la esperanza no es una mera ilusión sentimentaloide y vacía que se queda
solo en un rito externo. Al contrario, es esperar pasa por
confiar en el presente y en el futuro en medio de la adversidad y contra todo
pronóstico, en un contexto de privación de la libertad, como el de una
prisión.
Al entrar el jubileo “entre las rejas de una cárcel”, la
Iglesia en salida nos invita a redescubrir los nuevos espacios para la
esperanza, para ejercitar la misericordia en los rostros concretos de los
migrantes, los ancianos, los jóvenes, los niños. No hay excusas para que esa gracia derramada
se arrincone como si se tratase de una edición limitada o se dosifique en
pequeños pañitos de agua tibia, el Jubileo 2025, proclamado como un tiempo de
gracia y reconciliación, invita a los fieles a redescubrir la primacía de Dios
en sus vidas, a vivir la misericordia como expresión de la justicia divina y a
comprometerse con la construcción de un mundo más justo.
Es el momento de tomar conciencia
que la esperanza en y desde Jesús de Nazaret solo será
resucitadora si genera una conversión interior que se traduzca en un compromiso
para transformar la realidad cercana y lejana. Peregrinar en esperanza no puede confundirse con un ejercicio de turismo
de un optimismo pasajero.
En nuestra
Arquidiócesis de Mérida, hemos dado aperturado el año jubilar con motivo del
cierre de los 500 años del nacimiento de san Benito de Palermo, en la Basílica
Catedral el pasado 28 de diciembre de 2024, también se contará con una rica y
variada programación que nos llevará a vivir en profundidad, en cada parroquia,
en cada zona pastoral y en toda la Iglesia merideña, este año de gracia y
renovación espiritual.
Se nos
propone realizar algunas actividades que nos lleven a vivir la esperanza
jubilar como la oración y reflexión
personal, la lectura espiritual, la Peregrinación personal a un
santuario o lugar de importancia religiosa cercano a nuestra comunidad, la
participación en los sacramentos, en los grupos de oración y estudio bíblico, junto al aporte como voluntariado,
para ofrecer nuestro tiempo y talento para ayudar a las personas más
necesitadas, ya sea en la parroquia, comunidad o en organizaciones caritativas.
Vivamos de una manera diferente el jubileo 2025, confiando en que el Señor
Jesús, maestro de esperanza, está siempre en nuestras vidas.
Mérida, 12 de enero de 2025.