Mérida, Marzo Sábado 22, 2025, 05:00 am
Desde el
inicio del conflicto bilateral entre Estados Unidos y China, las empresas
manufactureras buscaron soluciones temporales para evitar aranceles, pero con
la aparición del coronavirus y la persistencia de las tensiones entre estas dos
naciones que se disputan el liderazgo mundial, se pasó de un objetivo temporal
a una meta de transformación plena de las estrategias de suministro. Así, en
lugar de medidas puntuales, las empresas han adoptado enfoques más
estructurales, como la diversificación geográfica, que se convirtió en la
principal estrategia global en 2022, 2023 y 2024. Este cambio refleja una
reconfiguración profunda de las cadenas de suministro globales, impulsada por la
incertidumbre geopolítica y económica.
La
diversificación ha sido fundamental para las empresas globales, especialmente
en Asia-Pacífico, donde muchas han adoptado la estrategia "China+1".
Esta consiste en expandir operaciones e inversiones más allá de China, no
exclusivamente en respuesta al conflicto comercial sino como una forma de
aminorar los riesgos del actual fraccionamiento del comercio internacional. Factores
como la estabilidad política, el Estado de derecho y la resolución de disputas
son cruciales para decidir nuevas ubicaciones. Sin embargo, la implementación
de esta estrategia no es inmediata ni sencilla. Por ejemplo, casi la mitad de las
empresas de tecnología alemanas aún dependen de China para bienes intermedios
clave, lo que complica cualquier intento de desvinculación.
Otra práctica
que se ha vuelto común, ante la dificultad de lograr con rapidez la diversificación
de proveedores, es el friendshoring. Una estrategia que implica
consolidar proveedores dentro de redes de confianza donde participan una o más
empresas con vínculos ya establecidos. De esta manera, se intenta reducir los
niveles de la cadena de suministro, minimizar los riesgos de buscar nuevos
proveedores y fortalecer relaciones comerciales estratégicas. Esta tendencia
también ha beneficiado a países pertenecientes a bloques regionales como la
ASEAN, donde el paraguas del acuerdo Regional Comprehensive Economic
Partnership (RCEP) está acelerando la relocalización amistosa hacia el sudeste
asiático, con reducciones significativas en aranceles y barreras no
arancelarias.
Finalmente, la
regionalización del comercio ha forzado a la concentración de la actividad
productiva y a la provisión de insumos a nivel regional. Esto ha traído la
aparición de nuevos centros de producción: Vietnam, para la región del Asia-Pacífico,
y México para América. En el primer caso, Vietnam ha sido uno de los
principales beneficiados. En 2023, el Gobierno vietnamita elevo su relación con
Estados Unidos a nivel de una asociación estratégica integral, atrayendo
inversiones en sectores como inteligencia artificial, semiconductores y energía
limpia. Las exportaciones vietnamitas al mercado estadounidense han aumentado
año tras año, impulsadas por la relocalización de fábricas desde China. Y, en
el segundo caso, México también ha obtenido beneficios de esta nueva dinámica
gracias a sus vínculos comerciales tanto con China como con Estados Unidos.
Empresas chinas están trasladando operaciones a México para sortear barreras
comerciales y acceder al mercado estadounidense bajo el US–Mexico–Canada
Agreement (USMCA). Entre 2018-19 y 2022-23, las inversiones directas chinas en
México aumentaron un 300%, concentradas en la industria tecnológica y
automovilística. En este orden, el mayor riesgo que enfrenta la economía
mexicana es la llegada de Donald Trump y su promesa de imponer aranceles
sustanciales a las importaciones realizadas tanto por el país azteca como por Canadá,
lo que representan el inicio de una nueva fase de controversias de política
comercial en el mundo. En otras palabras, las tendencias que muestran las
cadenas de suministro y el interés de muchos gobiernos por reducir los costos
de su reconfiguración, están desencadenando nuevas disputas comerciales que
incidirán en los precios al consumidor y en la dinámica de la economía global.
@zerpasad